miércoles, 22 de agosto de 2012

HIJOS DE LA NIEVE

 Las críticas, también aportan.

HIJOS DE LA NIEVE

Cae la nieve sobre su tez desnuda
camino al colegio, distante y  sombrío.
Sobre las montañas, van rojos de frío
siguiendo caminos de las rutas mudas.
Bajo  siderales tiempos invernales
van haciendo surcos con letras de  hielos,
mientras  la pobreza surge desde el suelo
dejando el alma con llantos terrenales.
Y cuando el hambre,  las entrañas recorre,
esa blanca greda  tan fría y silente,
se torna argamasa dulce y transparente
en  bocas menudas de marfíl y cobre.
Llenan con su cara morena y risueña
todos los confines de risa  o tristeza.
Ellos van calzando  rayos de pureza,
y    haciendo las  rutas en tierras sureñas.
Como a sus hijos,  los albergan  los fríos
de las tempranas  escarchas persistentes,
mas ninguno  se ha quejado en  su inocente
caminar por  cimas de  monte y rocío.
Con cuerpos de metal  y  noble  madera
siguen persistentes,   buscando verdades
entre las ventiscas de las soledades,
los  Hijos  de la Nieve y  la  cordillera.
Van  haciendo patria,  donde nadie puede
con los temporales de nieve y dolor.
No hay temor al frío,  si falta el  fogón,
en las salas,  de los Hijos de la Nieve.


QUISIERA.

No sé que será de tu vida, no sé donde puedas estar.
Sólo sé que recuerdo tus ojos y tu dulce aroma al besar.
Tu cuerpo de niña mimada, tan cerca de mi corazón
mecían en ríos de amores, promesas de una ilusión.
Tu cara de gata risueña me hacían la vida feliz.
Tu cuerpo de mil fantasías, hacían  los días sin fin.
Quisiera los últimos años, que pueda tu voz escuchar,
saber si recuerdas lo mismo, que puedo por ti recordar.

SU CABELLO

Hermosean su cabeza
los hilos de su cabello,
cubren  su nuca y su cuello
con armonía y belleza.
Como  gaviotas  al viento
van libre entre las brisas,
jugando con las divisas
y las banderas del tiempo.
En  busca de su quimera
voy rasgando las colinas
con estas manos cetrinas
sin tocar su  cabellera,
Como espejismos de Luna.
se van meciendo en cascadas,
corriendo como riadas
hacia mares y lagunas.
Y celoso de los hombros
que sostienen sus cabellos,
lleno de besos su cuello,
con  quimeras del asombro.
Pelo virgen, cano,  negro,
crespo, liso, rubio o rojo.
De no soñarlos  me ahogo,
y  de  mirarlos me muero.

Nadie pudo amarle

Frente a sus ojos, que no me miraron,
vertí mis sueños gastados y fríos.
Eran zafiros mirando el vacío
llenos de enigmas que no develaron.
Su  pelo virgen de amor y caricia
iban trenzando mis locos deseos
huracanados,  como mar  Egeo,
buscando lunas cautivas en brisas.
Una floración colmada de olores
tiznaron  mi cielo de aroma y miel,
dejando mis  versos a flor de piel,
por seguir mejillas de albos colores.
No encontró dicción mi amor pasional
ahogado en mil  suspiros solanos.
Era una sirena de un mar lejano,
era una copa de fino  cristal.
Miró solamente una sola vez,
y  esa fue mi  paz de gloria final.
Le  juré a su vida amor sin igual.
Nadie pudo amarle, como le amé.

SUEÑOS

Sueños de amores fugases,
de un amor apasionado
acariciando paisajes
en un lejano pasado.
Sueños sin comprender
los recodos de la vida.
Sueños de volverte a ver
aunque se abran mis heridas.
Tiempos de arrumacos tiernos,
de coloquios y profecías,
de más veranos que inviernos
soñándote siempre mía.

CUANDO ME HAYA IDO YA

Pasó mi vida tan magra
y  tiempos sin disentir.
Pasó mi vida tan rauda
que apenas puede vivir.
Sueños de  montes  esquivos,
de arco iris y de flores.
Un  valle donde no vivo.
El pueblo de mis amores.
Cuando se añeje mi cuerpo
y la noche sobre mí
imponga su velo incierto
a mi pecho carmesí,
no llores mi  pueblo amado,
si  he partido,   mas no he muerto,
y  en tus calles han quedado
mis versos haciendo huertos.
Pasó mi vida tan magra
y  tiempos sin disentir.
Pasó mi vida tan rauda
que apenas puede vivir.
Cuando  ya no esté presente
para soñar con tus prados,
con la bondad de tu gente,
con tus calles y sembrados;
seguiré  rutas de cielos,
de trigales y cerezos,
de mil pinares  y esteros,
de cien amores  y  un beso.
En el cosmos infinito,
iré sembrando  el confín
con  lo que ya no he escrito,
con todo lo que escribí.
Pasó mi vida tan magra
y  tiempos sin disentir.
Pasó mi vida tan rauda
que apenas puede vivir
Pueblo,  se rompe mi mente
añorando regresar,
recordando tanta gente
que nunca pude olvidar.
Cuando me haya ido ya
por caminos sin final
No sé,  si volver atrás
si volviera a despertar.
Y,  si,  ya estando en el limbo
buscando la  eternidad.
Ni cien llantos  ni exorcismos
cambiarán mi realidad.
Pasó mi vida tan magra
y  tiempos sin disentir.
Pasó mi vida tan rauda
que apenas puede vivir.

Pichilingue
Tomó la espátula con manos de artista

y pintó esbozos de San Bartolomé,

en una antigua plaza  surrealista

plena de pintores de esperanza  y fe.
Corrió el óleo imitando el Río Huaura

de su Patria lejana y su Sol incaico.

El  pincel se vistió de verso,  palabra,

nostalgia, risa  y dolor hecho mosaico.
Brotó del lienzo plácido el mar Limeño.

Las Lomas de Lachay  quedaron tiznadas

de arco iris sobre nuevos temples y  frescos.
Los camellones teñidos de esmeralda
llamaban al hijo  peruano y artista
entre  andantes  de la plaza santiaguina
bajo cien subterráneos y autopistas.
Pichilingue adornaba y pulía estelas
de cielos, sobre el  cascajo de una plaza.
En medio de atriles sucios de acuarelas,
irisados de resinas y linazas.
Allí el virtuoso del paisaje y marina
disfrutaba varios años, en el Sur,

donde siglos antes se había formado

una Escuadra Libertadora al Perú

que en su puerto Norte  había recalado.
Carracci , Bernini y Rugendas, celaron
el trazo perfecto y limpio del maestro
inspirado en las musas, que le cantaron
tintes de  caolín a su pincel diestro.
Iban y venían las lenguas de gato,
las mágicas trementinas aromáticas,
los óleos formando pulcros retratos
y marinas de tempestades cromáticas.
Pichilingue inca, del orgullo peruano,
oriundo de la América  soberana.
Es un creador de  prodigiosas manos,
es el hijo de dos naciones hermanas.

MUJER

¡Ay! samsara de todas las vidas,
de karmas pasadas y futuras.
Nirvana de las creencias indias,
 ejemplo  de las vírgenes puras.
Cambia mis latidos en tronar
de rompiente,  en océanos híbridos,
en cascadas azules de mar,
o conciertos  para mis oídos.
Deja tu vientre en cuna y sudario
granar placeres sin ocultar.
Que cada día sea un rosario,
que nazca, muera y vuelva a  brotar.
Deja tenderme bajo tu sombra
y cobijar mis versos cansados
de perseguir falsas  improntas
y tibios senos inmaculados.
Con todo lo que tenemos, vida,
surte mi alma con nidos de amor,
haciendo de los sueños eternos,
néctar y pétalos de una flor.
¡Ay!, mujer de la carne divina,
dame tus labios de tul dorado,
tus manos suaves en la caricia,
y el cuerpo grácil en el pecado.
Mujer y origen del amor idílico.
del beso y luz de la vez primera.
Se la colmena del goce onírico.
rosa eterna y dulce  compañera.
¡Ay!, mujer de todas las edades:
rubia, blanca, morena, oriental;
mujer de las noches maritales,
Luna amante  del sueño final.

NOSOTROS

Justo apareciste tú
cuando mi vida era calma
y mis pensares añosos
pacían sobre la nada.
Ahí, reapareces tú
desbordando mis riveras
capotando mi barcaza
encima de la cantera.
Después, aparecí yo
con la vulga inconsistencia
de ilusiones a granel
tras tu cara de inocencia.
Cuando apareciste tú,
mi vida cegó silente
el pasado y juventud
de más amores y amantes;
jalándome a la ternura,
lo ingenuo y el placer
de ver sangrando las dudas
de tu aliento y tu desdén.
Entonces quedamos dos
callando cuanto sabemos,
latigando en secreto
los impulsos que guardamos.
Después, apareces tú
acariciando recuerdo,
jugando con la inquietud
de verme para ti entero.
¿Ilusiones?, ¿vida?, ¿placer..?
Promesas, tiempo, dolor.
Todo cambió al nacer
por esa puerta el amor.


Rosa blanca con espinas.

Joven amante, despierta mis huellas dormidas
donde el corazón dejó su latido hecho flor.
Juguemos con las  cuitas amenas y queridas,
tan ajenas a caprichos tercos del dolor.
Dolida amante, no llores tu injusta  partida.
No soy yo, quien va escapándose de su destino.
Seré yo el que deba sanar tus letales heridas
por este amor que no supo seguir en tu sino.
Dulce amante, no riegues con lágrimas las flores,
ya no son las penas tuyas...son las penas mías,
¡son mis dolores!.., son la karma de mis errores,
son ríos de mis mares y mis filosofías.
Fiel amante, no cortes las flores del camino.
De los días tormentosos y melancolías
son aún la paz  efímera de mi destino
que por un amor errado quedó  en agonías.
Triste amante..., sigue tu camino por el valle,
mas, recuerda que en la vera de la senda viste
un jardín multicolor y en medio... , un detalle :
una rosa blanca, eternamente blanca y triste.
Lejana amante, la rosa eres tú y las espinas
el dolor que causé sin pensarlo seriamente.
Este dolor que  revive y muere en cada esquina
será lluvia regando un camino impenitente.
Antigua amante, el frío ha llegado al corazón.
La rosa perfumada y plantada con amor
ha muerto con el llanto en mitad de la pasión,
y se ha marchitando con las penas y el dolor.

TIRÚA

Lafquenches del Río Tirúa, vivieron
desde antes, antes de los tiempos Cristianos.
Cien lonkos bravos y guerreros nacieron
para orgullo de mapuches soberanos.
El veintisiete de Febrero, de pronto
llegó la tragedia vestida de mar.
Un seísmo nacido en medio del ponto
vino a sus hijos Pitrén a despertar.
Se anunció primero con un terremoto
poderoso, destructivo e inclemente,
a casi media hora antes del maremoto.
Corría en plena noche toda la gente
a refugiarse en los cerros piñoneros.
Todos… todos corrían, otros gritaban:
¡Maremoto!, ¡niños a los cerros!
Rugía la mar y ni ellos se escuchaban.
Marilebu, Cincomalco, Gueracán
les guiaban en la ruta cuesta arriba.
Incansables como el gran Caupolicán
en sus hombros van cargando a otras vidas.
Lemolemo los albergó entre los valles
tapizados de canelos sacros y robles
centenarios. Ortigas y calle-calles
bebieron su llanto como gotas nobles.
En medio de la paz de bosques y cerros
llegó la aurora con su luz cristalina,
dejando descalabros al descubierto
y cadáveres en mortajas salinas.
Tirúanos a lo largo de su historia
han tenido maremotos increíbles,
pero siempre, para ejemplo de su gloria,
sobresalen como toquis invencibles.


TU PROMESA

Ya se marchó la Celeste Argenta
llevándose el último haz de luz,
dejando en penumbras somnolientas
mis dos recuerdos de juventud.
El primero fue…,  un  beso casto,
que me robaste un febril verano.
Fue fiel testigo tu Cristo Santo,
que no bendijo nuestros rosarios.
El segundo fue…, una promesa
que me juraste frente a su cruz.
“Mientras la vida me de las fuerzas
te amaré siempre…, ¡por esta luz!”
Y yo, ingenuo seguí soñando
con el futuro y tu grande amor.
Mudos tus labios iban rezando
largas plegarias al Buen Señor.
Mas, al marcharse sol y verano,
se fue con ellos tu corazón.
Y entre suspiros tu suave mano
tornó hacia el Norte, sin más razón.
Más de tres veces tú has amado
con fantasías de una princesa,
mientras yo sigo crucificado
a medio siglo de tu promesa.
Un día falto de la esperanza
que me has clavado en esa cruz,
en mil pedazos tus alabanzas
iré regando…, ¡por esta luz!

Madre, madre.

Toma mis manitos madre de mi vida,
para volar contigo a  buscar estrellas.
Y volver con ellas a pintar las hierbas
de gamas  rosadas,  blancas y amarillas.
Con tus manos suaves peina mis cabellos
y deja que mi alma duerma en tu regazo.
Desde mi escuela te mandaré un abrazo
volando  entre soles de suaves destellos.
Ma’, déjame soñar ,   que ya tengo edad
pa’  seguir volando por los altos cielos.
Quiero hacer mil cosas,  y…quiero esto… quiero…
Ma’,  ya estoy grande… Ma’, yo, sé mi verdad.
Madre,  ...¿donde estás? Madre ya extraño tanto
tu consejo exacto, sencillo  y sincero.
Me siento tan sola, te extraño y te quiero…
Madre,  me arrepiento de causarte llanto.
Mi dulce viejita  risueña y dispuesta,
no descansa nunca de velar mi sueño,
pendiente y atenta, aunque hoy tengo dueño.
Y de tenerte viva,  estoy muy contenta.
Madre mía, cuando ya no estés conmigo,
rezaré en las noches antes de dormir
para que vengas  y  casi sin sentir
duermas a mi lado, con Dios de testigo.

SUEÑOS DE AMORES FUGASES

Sueños de amores fugases,
de un amor apasionado
acariciando paisajes
en un lejano pasado.
Sueños sin comprender
los recodos de la vida.
Sueños de volverte a ver
aunque se abran mis heridas.
Tiempos de arrumacos tiernos,
de coloquios y profecías,
de más veranos que inviernos
soñándote siempre mía.

TUS HUELLAS

Corre un lucero gastado
por los cielos infinitos,
buscando por todos lados
una Luna de granito.
No se ha cansado el lucero
de seguir solo y errante
por entre mares de cielo
y soles de luz distante.
Así mi amor va siguiendo
luceros soles y estrellas,
buscando en los cuatro vientos
un indicio de tus huellas.



DELIRIOS DE MAR

Meditando mil sueños
de los poetas mudos,
por caminos pequeños,
viaja un loco desnudo.
El loco monta en olas
de corales y lunas,
creyéndose la joya
de todas las fortunas.
Toma la vida lejos
de la cordura blanca,
en miradas de espejos,
en espejos de sábanas.
Risas de rictus loco,
loco en rictus y risa,
ente de luz sin foco,
ido  sin fe ni prisa.
Crece y vive sonámbulo
en estancias famélicas
entre Doctos noctámbulos,
buscando olas  maléficas.
Los peces   del mar
trisan el Sol difuso
en un vuelo marcial
bajo el ponto  inconcluso.
Pasa la luz dormida
burlando olas  gigantes,
y deja huellas en ruinas
sobre islotes distantes.
Neptuno los cobija
con tridentes de plata
y el loco se hipnotiza
con foscas peroratas.

A UN AÑO DEL TSUNAMI

A un año del desastre natural
que barrió con ciudades y poblados,
siguen muchas ruinas tan igual
como cuando amaneció todo botado.
Las caletas de los bravos pescadores
despiertan  esperando cada día,
las promesas de cien legisladores
que posaban con cartel y simpatía.
Entre ruinas, seísmo y maremoto,
famosos edificios y caminos
se hartaban de  políticos y fotos
jurando mejorarles sus destinos.
Lo que antes era orgullo del turismo,
diseñado por la mano divina,
se fue abajo en tres minutos de sismo,
quedando miserablemente en ruinas.
Se fueron muchas vidas con las olas,
y otras sepultadas bajo escombros,
mas, esas que siguen tristes y solas
recordando el seísmo con asombro,
será eterno el dolor que los persiga
buscando entre recuerdo enterrados
al hermano, al padre, al hijo, la amiga,
o la ausencia eterna del ser amado.
Iloca ,Laraquete, Concepción,
Chillán, Penco, Talca, Viña del Mar,
Linares, Dichato y  Constitución,
ya no volverán a lucir igual.
Zafradas prometidas a “pecosos”
se perdieron en los campos sureños,
dejando más fríos a los mocosos
entre lluvias que trastornan los sueños.
Ayudas prometidas por patrones
se han quedado como promesas negras,
tan negras como piedras de carbones
y falsas como un cariño de suegra.
Ya no hay   políticos  en promociones
ni   canales con notas  importantes,
se  fueron tras otras informaciones
y cien programas más  irrelevantes.
Las camas con frazadas en jirones
son  trapos de ofrendas miserables,
y  mediaguas  hediondas a  galpones
disimulan los dolores y el hambre.
A tres años del sísmo y maremoto,
recordamos que la vida es tan  trunca;
y ofrendas   prometidas a los rotos,
son promesas  que no se cumplen nunca.

EL HUACHO

En un cálido verano
empezando navidad,
dos amores de verdad
trajeron un ser humano
a vivir en este mundo,
para llenar de alegrías
sus sueños de fantasías,
sin pensarlo dos segundos.
La Princesa de la noche
profetizaba venturas,
velando desde la altura,
los dolores y soroches
que dentro de su inocencia
tenía la joven madre,
temerosa de sus padres
injustos en su clemencia.
La niña estaba pariendo
en una sala insalubre,
(como era la costumbre
en esos años de infiernos).
Pálida quedó la Luna
en el inmenso celeste
mirando la luz terrestre
que fulgía de la cuna.
La sociedad religiosa
la miró con malos ojos,
recibiendo con enojos
el parir sin ser esposa.
Prejuicios incomprendidos
y males de clero ateo,
condenan sin parpadeos
la vida de los nacidos
por fuera del matrimonio,
sin escuchar los lamentos
o los buenos sentimientos,
mandándolos al demonio.
El hijo que nadie quiso,
además de inteligente,
fue querido por la gente
por educado y prolijo.
Años después sus abuelos
debieron reconocer,
que por su afán de poder,
no vieron el desconsuelo
de una madre con su yugo
luchando y sobrevivir,
en antros sin provenir
ganando un pobre mendrugo.
El niño fue un escogido
entre estudiantes becados,
siendo el más destacado
y brillante ejecutivo.
Los “abuelos sin piedad”,
perdieron toda fortuna,
como predijo la Luna
en aquella navidad.
Todo lo que sube baja
y en el poder es igual.
La fortuna fue fatal,
perdiendo hasta la migajas.
Se le fue la juventud
y dio paso a la vejez,
se volvió todo al revés
y empeoró la salud.
Perdieron la compostura.
Sin mando ni autoridad
la riqueza quedó atrás.
y se afinó la cintura.
El Huacho salvó el honor
de la mística familia.
Sin rencores ni rencillas
trabajó de sol a sol,
devolviendo a sus abuelos
todos lo bienes perdidos
en negocios sin sentidos
o siembras en peor suelo.
El Huacho que nadie quiso,
fue el mejor de los nietos,
inteligente, discreto,
e intachable como hijo.

LAS   MUSAS

Domáronse las fieras de los montes
quedando como michinos dormidos,
con  ecos  de mil mágicos sonidos
llegados de lejanos horizontes.
Corriendo como raudo Taetonte
las notas van  rasgando con silbidos
los valles, las fontanas  y los nidos,
llenando de floresta todo el monte.
Va tocando  armoniosa  su instrumento
Euterpe  por caminos escondidos,
la musa del glorioso firmamento,
con mágicos arpegios bendecidos,
tornando la noche por un momento
en paz, meciendo los gatos dormidos.
Por  cimas  y  simas  un caminante
recorre de noches esos parajes
ya, sabiendo que todo su equipaje
es Euterpe, su musa y fiel amante
que trina su música con talante,
volviendo jubilosos  los paisajes
en donde las especies de  plumajes
tornaron sus colores muy brillantes.
Y la Musa va guiando por los valles
al amante vestido como un paje,
orlando por contornos de su talle
geranios, que forman un bello encaje
sobre el caminante, con  mil detalles,
que sólo él,  descifra ese mensaje.

INES DE SUAREZ DEFIENDE SANTIAGO

Los Centauros temerosos
con seiscientos yanaconas
defendían las casonas
del Mapocho torrentoso,
mientras cien diestros soldados
ocultos en sus corazas
temblaban por dos mil diablos
que defendían su raza.
El  jefe Michimalonco
quemaba las fortalezas,
que ni las aguas del ponto
apagarían con certeza.
Aullidos intimidantes
llenaban valles  y montes,
emitidos por boyantes
defensores de sus bosques.
Una visión sobrehumana
aparece en la contienda
avivando más las flamas
y  haciendo una remolienda.
Con espadines brillantes
una mujer sin belleza
montó las nubes gigantes
y le cortó la cabeza
a Quilicanta, Apumanque,
y otros Jefes prisioneros.
Un pánico delirante
se  apretujó contra el cerro.
Era una bruja española
como nunca habían visto
con espadas,  aureolas,
y en nombre de Jesucristo
a  Caciques degollaba.
Aunque eran invitados
por el jefe que mandaba
en ese tiempo el poblado,
la maja no perdonó
el tratado de Valdivia
y la testa les  partió
como si fueran de  arcilla.
Aterrados los guerreros
como pingos desbocados,
corrieron hacia los cerros
con su orgullo mancillado.

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