miércoles, 17 de octubre de 2012

LA ESCLAVA ADMA (PRIMERA PARTE)

            LA  HIJA  DE  LA  ESCLAVA  ADMA.

                                    Designios del Oráculo.

El valle de los Mascurí había permanecido pacíficamente por  años,  hasta el nacimiento de la hija de la  esclava Adma. Ni los ancianos más antiguos recordaban una criatura tan extraña,  por tal motivo  pidieron al Brujo Rolak consultar con los espíritus,  los designios para la recién nacida.
El  Brujo regresó de la  Gruta Sagrada con un inesperado veredicto.
-¡La  hija  de  la  esclava  traerá  muchos  males  a  la  tribu!  ¡Debe morir!... - dijo.
Algunos jefes que estaban desprevenidos en diferentes coloquios, callaron de improviso y pusieron atención a la  presencia del Brujo, el hombre fuerte e implacable del valle.
Rolack era un hombre de raza negra, alto, fornido; vestido con  atuendos llamativos de colores  blancos, amarillos y rojo. Un cintillo de colmillos de jabalí enlazados por cerda del mismo animal. La cara y su cabeza rapada tenían tatuado diferentes figuras en rojo y blanco, pero el más notorio partía desde el centro de la frente pasando por entre los ojos y la nariz hasta llegar  a la parte inferior de ambas orejas. Los mostachos largos y finos circundaban  los costados de la boca  y se juntaban con el tatuaje que venía desde la frente hasta la parte inferior de las orejas.
Un peto,  muñequeras y canilleras de cuero de cocodrilo,  tallados con figuras negras y remaches rojos por alrededor formaban una perfecta coraza. Los calzones de piel de guepardo  y una túnica abierta  hacían las veces de capa amarrada con un cinturón amarillos adornado con círculos metálicos negros. El machete era largo,  delgado y terminaba en una estrella de puntas muy filosas.
 Su musculatura casi perfecta, más su gran altura le daba una apariencia sobrenatural que el Gran Jefe Gukeyl utilizaba para imponer el respeto a las leyes que eran acordadas por  La  Asamblea   de  Ancianos.
Al reiterar los designios el Brujo, los ancianos de La Asamblea, levantaron las voces haciendo diferentes comentarios, debido a que la esclava era la mujer del mejor amigo del  Gran Jefe.
Pero Rolak fue tan astuto en sus argumentos  que Gukeyl  y La Asamblea, a su pesar, debieron  aceptar la sentencia enviada por los espíritus.
-Como lo han señalado los Dioses, La hija de la Esclava Adma debe morir y la pena debe cumplirla  Rolak  al amanecer  – dijo finalmente el  Gran Jefe.
Ordenó pasar a Vagzú, padre de la niña, a la  Asamblea para escuchar la sentencia.
Los condenados a muerte,  esclavos o traidores, debían tomar un brebaje que les producía dolores por dos a tres días,  hasta que morían  irremediablemente. Sin embargo, los destinados a sacrificios para los dioses eran arrojados a un foso donde un gigantesco león los devoraba.
Nadie excepto el Gran Jefe, el Brujo y los miembros de La Asamblea de Ancianos tenían el privilegio para presenciar el festín del representante de la Diosa en aquel foso.
El resto del pueblo sólo escuchaba los bramidos y gritos de los condenados, destinados a  aplacar la ira y deseos de su Diosa,  llenándose de pavor y misterio.
-El oráculo ha emitido su designio, en el cual  queda escrito  que esta extraña criatura traerá muchas muertes al Valle si no es entregada en sacrificio a nuestra Diosa… ¡La hija de la esclava Adma debe morir antes del nuevo amanecer!.. – dijo el Brujo.
-¡Es hija de una esclava, pero también de un Mascurí, ¡Yo pertenezco a este pueblo como también mis hijos, no importa quien sea su madre!– les insistió  Vagzú - Mi hija no puede ser entregada en sacrificio de Eanki.
-No podemos contradecir los designios de la poderosa y eterna Eanki. No se debe atraer su ira por culpa de un ser extraño que está destinado al sacrificio.
-Siempre he respetado, los designios de los dioses y la voluntad de nuestro Gran Jefe, pero en este caso, defiendo a mi hija con mi propia vida,  ¡ella es mi hija y no es posible que se esté  sacrificando como una Sacerdotisa, si no tiene edad para ello!, ¡no es una esclava!
 -Es hija de una esclava y el oráculo es sagrado y siempre se ha cumplido, lo que  ha favorecido  a nuestro  Valle. ¡No podemos violar los designios de nuestros dioses!  ¡La extraña criatura debe morir! - vociferó el Brujo.

Mientras esto ocurría,  la madre le suplicaba a Zum  que la sacara del Valle  para salvar la vida de su hija.
El joven era uno de los hijos mayores de Vagzú,. Zum era alto, nervudo, pecho ancho y marcados músculos en el estómago. Tenía  el pelo rapado hasta la parte superior de las orejas, con una mata de cabellos crespos afirmados con un cintillo anchos de piel de león con adornos de marfil en las orejas. Su vestimenta consistía en un chaleco y calzones de piel de carnero, con adornos de metal plateado en muñecas y tobillos que le daban un carácter de magnífico guerrero.
Tenía 18 años y  creía ser el único capaz de enfrentarse en un mano a mano con Rolack, pero sabía que aún venciéndolo sería castigado por La Asamblea de Ancianos  que respetaban y temían  al  Brujo y sus increíbles designios.
A pesar de eso, las  ayudó a escapar, arriesgando ser  ejecutado por traidor.
Cuando  la Asamblea  terminó  de discutir  los designios de los dioses, el Gran Jefe dispuso retener a Vagzú, que seguía protestando por insólita decisión, mientras Rolak fue a buscar a la recién nacida para cumplir la sentencia.
Al llegar a la vivienda de la sentenciada se percató  que la madre, la niña y Zum habían huido.
Rápidamente reunió  a veinte guerreros  y comenzó la persecución hacia el  mar, sabiendo que  Vagzú  tenía muy buenos amigos en esas tribus y que podrían esconder  a los fugitivos.
Zum,  pensando que tarde o temprano los alcanzarían, se quedó simulando pistas falsas por todos lados, para darle tiempo a las mujeres que llegaran a las montañas  rocosas, en donde jamás serían encontradas;  retrasando  por días a los guerreros,  hasta que fue capturado.
Una semana después,  Rolak regresaba a la aldea  con un solo fugitivo y doce guerreros, los otros habían muerto a mano de  Zum.
El extraordinario guerrero fue acusado  de traidor y condenado a muerte.
Vagzú reunió a varios guerreros que habían sido dañados en alguna forma por Rolak, para  rescatar a su hijo, pero fueron descubiertos.
En contra de los deseos del Brujo  que insistía en condenarlos a muerte,  Gukeyl les perdonó la vida desterrándolos del  Valle con  sus familias y algunos animales.

Vagzú, Zum,  los guerreros rebeldes y sus familias salieron camino hacia  el mar, instalándose en una región cerca de la tribu Llycad.
Su primera mujer había salido de la casa del antiguo Jefe de esa tribu.
La dote pagada había sido muy  generosa, por ello era respetado, manteniendo buenas relaciones comerciales con todo el pueblo Llycad.
Vagzú había decidido mantenerse cerca de ellos, sabiendo que sus hijos tenían una estrecha amistad con los familiares de su madre. Esto lo sabía Adma,  y él con la esperanza de que si algún día regresara y fuera a ese lugar a indagar por ellos, lograría encontrarlos.
Ella era una mujer hermosa, alta,  blanca; de enormes ojos pardos y  una  rizada cabellera color castaño.
La  habían encontrado en un viaje que hicieran con el Gran Jefe Gukeyl hacia las  montañas nevadas, varios años atrás.  
 La niña estaba aterrada mientras un animal salvaje devoraba a su hermano mayor.
Vagzú mató al animal rescatando a la niña.
Gukeyl sabiendo que  Vagzú tenía 9  varones y ninguna hembra, se la entregó como esclava en reconocimiento a su amistad.
Sin embargo cuando llegaron al Valle, Rolack insistía en que debía ser entregada en sacrificio a los Dioses.
-Esa esclava fue salvada por los Dioses para ser Sacerdotisa dedicada a su culto- insistía.
-También por algún designio, los dioses le han dado el poder y valor a Vagzú, para vencer al monstruo- le respondió  el Gran Jefe.
Al no poder convencer al Gran Jefe para arrebatarle a la niña, aceptó a regañadientes la decisión. Pero juró  para sus adentros que buscaría la forma de conseguir que Adma sea su Sacerdotisa. Pare ello debía eliminar a Vagzú secretamente con ayuda de otros guerreros bien pagados y favorecidos por su amistad y protección.  Debía hacerlo antes que ella cumpliera los 18 años.
Ocho años más tarde murió la mujer  de  Vagzú después de una larga enfermedad contraída en el último parto. No pudo darle más hijos.
Adma tenía 15 años, lo amaba  y admiraba por haberla salvado de una muerte horrorosa y por ser un guerrero valeroso y afectivo.  Poco después de un año él la tomó por esposa.
Rolack hirviendo de celos y rabia por la suerte de  Vagzú y su nueva mujer, comenzó a tramar un plan para  eliminarlos, pero nunca pudo sorprenderlo ya  que el orgulloso padre no se descuidaba. Siempre había desconfiado del Brujo, además los tres hijos mayores eran buenos guerreros, especialmente Zum que en cualquier momento le quitaba al brujo el mando del ejército de los Mascurí.
Antes del año de casados, nacía la hija de Vagzú, la niña tenía su  tez blanca, los  ojos azules y un extraño cabello rojizo que resultaba  totalmente  anormal  en medio de una  tribu de raza negra.

Ante el desconcierto producido por la apariencia de la niña, por fin había encontrado la forma de eliminarlos, acusando a la recién nacida de ser una criatura causante de grandes males futuros,  hasta que logró ser escuchado por La Asamblea de Ancianos y el Gran Jefe. 
A través de los años el Brujo había  adquirido mucho poder en el valle Mascurí  y podía manipular los designios del oráculo a su conveniencia. Así había manipulado el oráculo para atribuirle a la niña  augurios  maléficos y destructivos para el Valle.                                




            El reino del Norte

Después de varios días de caminar por senderos inhóspitos  y remotos, Adma llegó a los pies de las  montañas nevadas donde fue encontrada por unos  exploradores  que la llevaron  a una región al norte de las cumbres de nieves eternas.
Dos meses después llegaban a un reino  llamado Ataltán cercado por grandes muros blancos y torreones de piedras.
La ciudad estaba conformada por tres muros separados por grandes trechos cada uno, los cuales iban subiendo de niveles para empezar un nuevo muro más alto y más firme. Cada muro tenía tres torres circulares de vigilancia, terminadas en cinco salientes que permitían apostar a los centinelas con sendos calderos colmados de piedras y aceites, que encendían en caso de tener que defenderse de un ataque. En la base del muro existían orificios a un metro de altura, que dejaban pasar unas jabalinas de más de dos metros, lanzadas con arcos metálicos tensados por una soga atada a un caballo. La soga se cortaba y la jabalina salía disparada, arrasando con todo a su paso por varias decenas de metros.
En la parte central  del primer patio se  levantaba un macizo  rectangular  que hacía las veces de un escenario  y plaza de paseo rodeada por jardines, pequeños árboles frutales, piletas y hermosas esculturas de mujeres y niños.
Para ingresar al interior de cada muro, sólo se podía a través de unas enormes puertas de  hierro y madera,  dispuestas en tres bloques, las cuales se habrían una a una. En caso de ataque con arietes, se colocaban sacos de arena entre las puertas para amortiguar los golpes y no pudieran ser derribadas tan fácilmente.
Los patios interiores se iban elevando mediante terraplenes, sin escalinatas, en donde se instalaban pequeñas moradas de los sirvientes, separados de los  guardias y las viviendas de la clase más distinguida del reino.
El rey y su familia  vivían en el tercer nivel.
El  castillo  dominaba todo el valle. La parte posterior de éste, estaba protegido por un muro vertical de gran altura, que era la continuación de un acantilado de rocas lisas y escarpadas. En el centro del castillo, se encontraban patios, jardines y cultivos especiales para la familia real. El agua para  beber y regadío de los huertos se obtenía de profundos pozos subterráneos, extrayendo el agua mediante molinos movidos por asnos.
La ciudad era protegida por guerreros y centinelas apostados sobre las torres y muros. La guardia del Castillo estaba magníficamente ataviada con corazas de cuero de elefantes, protecciones metálicas, armas relucientes y mecanismos para lanzar pesadas cargas de piedras y flechas gigantes. 
Para acceder a las puertas del castillo había un camino de piedras blancas que permitían sólo el paso de un carro tirado por dos caballos y un pequeño sendero para los transeúntes, sin embargo, no eran muchos los que podían cruzar al tercer nivel donde habitaba el Rey.
El último muro estaba rodeado por los otros dos pero éste era el doble de alto.
El castillo lucía esculturas relacionadas con animales,  aves y  seres mitológicos; todo en cuarzo, mármol y maderas finamente talladas. 
Los ventanales estaban protegidos con barrotes de hierro. Tenían sus  dinteles y alféizares  adornados con molduras en mármol.

La caravana donde venía Adma, ingresó al segundo nivel,  seguida por una turba de curiosos, ávidos de saber cuales eran los trofeos que traían los exploradores.  Entre ellos había una anciana que al ver a Adma, la revisó con curiosidad  hasta que comenzó a hablarle con mucha vehemencia.
-Tú  eres la niña Wail Iyais   hija del primo del Rey. Tu padre era el antiguo Jefe de la Guardia Real – mientras la seguía a varios pasos atrás escrutándola en silencio.
 Adma apuró  su caballo, afirmando a su hija fuertemente contra su pecho, desconfiando de la mujer.
 Nuevamente se acercó y  reinició su verborrea.
-  Tu madre murió de pena... cuando en las montañas desaparecieron con tu hermano mayor...Tu padre no lo resistió y se volvió demente.  Desde entonces con mi familia hemos tratado de mantener con muchos esfuerzos los bienes  de mi amo – parloteaba la mujer, mientras la caravana ingresaba al  primer nivel, siendo una de las pocas personas que pudo pasar acompañando a los exploradores.
Cuando Adma vio que la mujer pudo ingresar sin ser detenida por los guardias, se atrevió a dirigirle la palabra, pensando en cómo era posible, que esa mujer de este lejano lugar pudiera saber que ella y su hermano se habían extraviado en las montañas.
-No sé de que me hablas anciana  - le decía, pero  la mujer seguía con su inesperada confesión.
-Serán  bien recibidas en la corte,  porque además, tu hija se parece mucho a su prima Kanilya. Ella  es  la  hija mayor  y  la más consentida  del  Rey – le decía la anciana.
La caravana llegó al tercer nivel, en donde el Jefe desmontó para presentarse en los salones interiores del palacio y darle las novedades de la misión encomendada.
El rey estaba sobre un sitial, donde un trono de madera finamente tallada sostenía unos cómodos tapices de piel de leopardo. El fondo donde se destacaba el trono, lucía  adornado con telas finas, figuras metálicas en colores dorados  y  plateados. Pilares de piedras volcánicas cortadas en trozos circulares. En la base de los pilares iban unos anillos rojos hasta un metro de altura y desde allí hasta unos seis metros los pilares enangostaban para terminar en una estrella de seis puntas de color amarillo que sostenían el cielo de la estancia real.
El Soberano vestía  una regia túnica de tela color escarlata,  una corona terminada en una punta roma con varias  piedras preciosas incrustadas alrededor de la base  de la corona.
Su figura regordete, pelo rizado de color rojo intenso, pecas por toda la cara y manos; ojos azules y unos simpáticos  hoyuelos a cada lado de la comisura de los finos labios.
Efectivamente,  el Rey Zeling, después de escuchar la historia de los cazadores, las explicaciones de la anciana y haber logrado  que  Adma recordara algunos antiguos pasajes de su niñez con Kanilya,  se  alegraron mucho,  disponiendo que Syrmal fuera atendida por las esclavas de la corte  con todos   los privilegios que tenía la familia real.
Kanilya  era alta, de pelo cobrizo,  ojos azules, de facciones suaves y muy agradable. Se hizo inseparable de su prima  Wail Iyais, ayudándola a retomar los destinos de la casa de su tío Pamk Iyais, más la incondicional lealtad de la anciana Per Ma  y sus hijas.
Wail Iyais  cuidó con esmero a su padre, manteniendo siempre el recuerdo de Vagzú, contándole a Syrmal todos  los días las historias de su padre,  sus hermanastros y los designios que los Dioses le tenían destinados a ella en el Valle de los Mascurí.
La vivienda de Pamk Iyais estaba dentro del tercer  nivel, al costado izquierdo del palacio, que también estaba adornado por jardines y esculturas menores, pero  superiores a los adornos  de los niveles inferiores.
Con su inseparable prima Kanilya, aprendió las finezas de la familia real y pudo dedicarle mucho  tiempo a su hija Syrmal para  que tuviera una niñez feliz. 
Educada adecuadamente por los sabios de la corte,  sobresalió rápidamente por su inteligencia. Algo especial le atraía a los grandes desafíos de la naturaleza y los peligros  de  los extensos campos del Reino Ataltán .
En compañía de  Herlé, hijo menor del Rey, aprendió a luchar con  destreza y rapidez  en el manejo de las armas.
A los 15 años ya era muy alta y fuerte. Pasaba mucho tiempo recorriendo campos y bosques como una amazona: ágil, valerosa e incansable jinete.  Le gustaba cazar animales salvajes,   para lo cual tenía mucha  habilidad.
Por su  pelo rizado color cobre, sus enormes ojos azules y su hermosas facciones era pretendida por muchos guerreros, pero ella sólo tenía en mente ser una amazona diestra y hábil para volver al valle de los Mascurí a conocer a su padre.

 Un día  el enfermo  llamó  a  Syrmal  y le dijo: - “busca en la vertiente del cerro huevo”... -, pero no pudo decir más y se durmió para siempre. La niña pensó que sería otra  locura de su abuelo y se olvidó del tema. 
Las exequias fueron dignas de una gran Jefe y depositado en el mausoleo del la familia real.
El Rey  Zeling  ya tenía muchos años y necesitaba la compañía  de personas leales a su familia, nombrando a Adma como su protectora y consejera, ya que había demostrado tener mucha fuerza para el trato con los asesores  y una  destacada habilidad para organizar los negocios de su padre.
Syrmal ya cumplía los 18 años y era una guerrera indiscutida y una cazadora insuperable. En una de sus cacerías  por un lejano bosque, perseguía a un mítico jabalí.  El enorme animal de pronto se metió entre unos  matorrales  que se empinaban sobre un montículo rocoso.
Syrmal lo buscó entre el matorral, hasta que encontró una pequeña cueva que se perdía hacia el centro del  rocoso cerro.
La cazadora  pasó largo rato en espera que saliera el animal, pero este no salía.  Tapó la entrada y  recorrió el montículo en busca de otra salida de la cueva, pero al regresar al punto de partida se dio cuenta que tenía la forma de un enorme huevo con unos ojos circulares como ventanas petrificadas. En ese momento recordó las palabras de su abuelo y empezó a buscar la vertiente a la cual se había referido. El denso matorral que cubría la base del pequeño cerro, se asemejaba a un nido tutelando un huevo gigante. Buscó entre el follaje una vertiente, la que encontró cerca de la entrada de la cueva  por donde se había escapado el jabalí,  descubrió una diminuta cascada de agua cristalina cayendo en un cuenco formado  en la roca  a través del tiempo.
Al rebalsarse el recipiente natural, el precioso líquido  escurría unos pasos  por entre las piedras para perderse nuevamente en la tierra.
Revisó cuidadosamente el lugar y  encontró dos figuras  transparentes con forma de nuez  que tenían  en su interior  diseños  en colores celeste y morado. Al tomarla,  una  suave luz azulina parecía salir del centro de las piedras.
 Estaba tan sorprendida  que no supo en que momento salió el jabalí de la cueva y la atacó de frente disparándola por los aires, pero al incorporarse no tenía ni un solo rasguño y  no sentía ni el más mínimo dolor.
 Regresó a su casa y le contó lo  sucedido a  su madre.
-Mañana mismo iremos a revisar el cerro – dijo Wail Iyais.
-Está muy lejos y es muy difícil llegar a él,  debemos llevar merienda para el día. Eso fue lo que trató de revelarme mi Abuelo, pero no alcanzó a terminar de contármelo –dijo Syrmal.
- Si  estas piedras son mágicas, nos protegerán para ir a buscar a tu  padre. Sin embargo, igual necesitaremos algunos guerreros para que nos escolten. Es posible que nuestro tío nos favorezca con algunos- dijo Wail.
-Hablaré con Herlé por si nos quiere acompañar- se entusiasmó Syrmal.
Al otro día salieron a cabalgar hasta llegar a la vertiente. Al remover algunas rocas encontraron un pequeño foso que terminaba en una fuente cristalina que en su fondo tenía miles de piedras de una hermosura increíble, pero ni una sola con forma de nuez.
Volvieron varias veces a recoger piedras, ocultando la vertiente con rocas y matorrales, tratando de no ser seguidas por algún curioso.
 -Con éstas piedras, - sentenció Wail -  le compraremos  guerreros al  Rey para viajar al valle de los  Mascurí.
-Madre, no entiendo como el abuelo no usó estas piedras…para tener una mejor vida en este reino.
-¿Te refieres a que también el pudo ser Rey?
-¿Es posible que pudiera ser Rey con este poder y con este tesoro?
-Mi padre jamás habría disputado el reino con su primo, respetaba su autoridad, se criaron como hermanos.  El Rey le confió su ejército y le dio mucho poder porque sabía que le respondería con lealtad.
-Pero, pudo formar su propio reino en otro lugar y así no tendrían porqué enemistarse, al contrario se protegerían entre ambos.
-Él era un hombre sin ambiciones y si llegó a ser el Jefe del Ejército del Rey, fue porque su primo reconocía en él su lealtad. Era un guerrero valiente y diestro como ninguno.
-Como lo dices madre, creo que actuó bien, siempre es bueno ser honesto y leal con quienes nos protegen. Pero, ¿por qué no utilizó estas piedras para otra cosa, manteniéndolas en secreto por tantos años?
-Seguramente en ese momento fue cuando mi hermano y yo nos perdimos en las montañas,  después se volvió de mente, olvidándose de este lugar, hasta que el último día de su vida lo recordó.
-Seguramente fue así. En todo caso,  lo importante es que lo recordó  y con eso nos está ayudando a volver a buscar a mi padre.
-Hija, no creo que él desee cambiar de lugar, pero si, tendremos la oportunidad de estar con tu padre el tiempo que le quede, recuerda que tenía muchos años, y han pasado otros tantos.
Regresaron con un cargamento incalculable de piedras preciosas y haciendo planes para volver al valle de los Mascurí, como si algo sobrenatural las empujara a cumplir con un destino incierto.
Syrmal no conocía a su padre, pero su madre le había relatado muchas historias asombrosas que le intrigaban, le llamaban la atención, sintiendo una enorme ansiedad por volver a ese valle a cumplir con los designios de los Dioses.
Se había preparado para ser  una guerrera habilidosa con diferentes armas, pero el poder que le brindaban ahora estas extrañas nueces transparentes y con el tesoro que representaban las otras piedras podían comprar un ejército para rescatar a su padre, si aún vivía.
Para ella también era importante saber por qué el Brujo Rolack la había sentenciado a muerte siendo una recién nacida. ¿Qué le deparaban los Dioses en ese lejano país?

Dos días más tardes, madre  e hija,  le llevaron como obsequio al Rey un cofre  lleno de piedras de la vertiente que el Monarca no terminaba de admirar.
-¡Son magníficas!- decía acariciando los minerales -¿Qué deseáis a cambio?
-Queremos regresar al valle de los Mascurí para rescatar  a  mi padre y mis hermanos, si aún viven - dijo Syrmal. - Y para ello requerimos guerreros y víveres para un mes.
-Tenemos que atravesar por valles y montes muy peligrosos- dijo Wail- aún recuerdo la travesía que hicimos con vuestros exploradores cuando nos extraviamos con mi hermano.
-Antes que tu padre dejara la Jefatura de mi Ejército, un grupo del valle de los Mascurí   raptaron  a varios niños y vírgenes para sacrificarlas a sus dioses.
La montaña tomó venganza de ellos y sólo te salvaste tú, por lo que se ha sabido finalmente. El Gran Jefe negó que hubiera sido él quien envió a esos guerreros.
-¿Sería Rolack el que los envió?
-Seguramente, pero ya que nunca más se acercaron a nuestro reino, hemos dejado de explorar hacia esos lugares.
-Necesitamos  regresar allá para saber que ha sido de mi  padre – dijo Syrmal.
- Recuerdo que el Brujo insistió mucho para que yo fuera entregada en sacrificio a sus dioses, pero el Gran Jefe me premió con mi salvador, que posteriormente fue mi esposo, como bien lo sabe vuestro Rey - dijo Wail.
-Existe un designio al que el Brujo trató de cambiar y yo necesito saber cual es. Todo este tiempo me he preparado para regresar y ahora que tenemos como hacerlo, me gustaría que nos apoye con los guerreros necesarios para atravesar los montes nevados y llegar hasta el mar de los Mascurí – dijo Syrmal
- Nosotros recompensaremos magníficamente  a los guerreros que nos acompañen, como ya lo hemos hecho con su Majestad –dijo Wail.
-Les daré todo lo que esté a mi alcance y confiaré que tengan éxito- concluyó el Rey.
-Estaremos muy agradecidas de vuestra generosidad Tìo- le dijo Wail.
-Volveremos con el triunfo y los buenos augurios para vuestro reino- le manifestó Syrmal.

El  Rey mandó a preparar una escolta de 100 guerreros y víveres para un mes de viaje. 
Varios días antes, Herlé había regresado de uno de sus venturosos viajes y quiso acompañar a la comitiva.
Syrmal lo aceptó a condición que fuera como un guerrero más y respetara su autoridad dentro de la caravana.  Herlé aceptó,   quedando al mando de los guerreros.
-Esto... te  protegerá  – le dijo  Wail colocándole a Herlé un hermoso collar terminado en forma de nuez,  idéntico al que lucía Syrmal.
-Yo sólo confío en mis armas- dijo Herlé- mostrando su espada.
-No sabes con el demente que nos vamos a encontrar allá. Es mejor estar preparados y ocultar quienes somos, hasta saber como han seguido los acontecimientos en estos 19 años de ausencia. – dijo Wail.
-Estoy de acuerdo prima. No está demás confiar en todo lo que nos proteja.
Continuaron preparando el viaje y  a la amanecida partió la caravana encabezada por Syrmal  y   Wail  escoltadas por dos gigantones guerreros; más atrás seguían los demás al mando de Herlé.
Todos los guerreros vestían casaca y pantalones de reno con broches dorados,  calzados negros de piel de oveja y cascos metálicos con penachos de plumas de águila, según su rango.
Herlé, agregaba a su vestuario un casco metálico con adornos escamados en oro y plata.  Su espada terminaba en una punta dentada y empuñadura de bronce iniciada en una cabeza de león con una lengua curva que le protegían las manos. Su altura,  cabellera rubia, ojos azul oscuro y notable musculatura, lo hacían sobresalir de los demás guerreros.

El Valle de los Mascurí

Pasaron por varias comarcas, en donde Herlé hizo de traductor y emisario de paz, entregando algunos obsequios a los Jefes de Tribus.
Sin embargo una de las tribus cerca de los montes nevados  pusieron una tenaz  resistencia al paso de la caravana, atacándolos de noche.
Uno de los vigías murió por una certera flecha en el cuello, pero el otro dio la alarma y combatieron con mucha habilidad.
Syrmal dio cuenta de varios atacantes y Herlé persiguió a dos que escapaban y los obligó a presentar  pelea, eliminándolos diestramente con su temible espada.
-Debemos redoblar la guardia – dijo Herlé.
-Yo estaré atenta hasta que amanezca – continuó Syrmal.
-Te acompaño prima, necesito olvidarme de este mal rato, aunque nos quedan dos tribus bastante inhóspitas antes de llegar a las montañas. En la mañana hablaré con mis guerreros para darles ánimo y confianza. Algunos son supersticiosos y pueden contagiar a los otros guerreros.
-Te han visto pelear con maestría y una de las flechas rebotó en tu espalda quebrándose en dos, lo que ha dejado muy sorprendidos a tus guerreros. Ahora  confiarán mucho más en ti.
-Me interesa que también confíen en ellos, son los mejores...
-Pero estos parajes están plagados de salvajes que no saben muchos de luchar y atacar en forma inteligente, pero su ferocidad es incontrolable.
-Eso se desvanece cuando  se dan cuenta que sus armas no nos dañan. Es una magia muy poderosa para ellos. Los pocos que escaparon pondrán en alerta a los otros y tendrán mucho cuidado en volver a atacarnos.
-Esperemos...
Caminaron  en rededor del campamento hablando de diez mil cosas más. Ya no eran los niños traviesos buscando pequeños peligros para demostrar sus habilidades, sino tenían en sus manos la vida de muchas personas y la obligación de llegar en buenas condiciones a su destino.
Herlé sentía la necesidad de estar cerca de Syrmal, no sabía  si para protegerla o porque él también se sentía más fuerte y más seguro a su lado. Ella tenía una extraña fortaleza para emprender los desafíos más increíbles. Aún cuando fuera educada como una verdadera dama, se hacía  el tiempo suficiente  para prepararse en artes tan difíciles como el combate con diferentes armas, con una inteligencia y habilidad poco usual en una mujer.
Su figura era atractiva y su cara hermosa.
Syrmal a su vez necesitaba la experiencia en las artes de la guerra de su querido príncipe.
Cuando él desaparecía del Reino del Norte en busca de las más extraordinarias aventuras, ella se sentía sola y triste, sin embargo no sentía miedo de que le pasara alguna desgracia, confiaba que regresaría sano y salvo.
Salía a cabalgar y pasaba varias horas en la colinas donde se escabullían para meditar y ejercitarse.
El era como su hermano mayor, imponente y acertado en todo, un poco raro cuando se le ocurría  escapar en busca de animales extraños o personajes míticos. Lo bueno era que siempre volvía feliz a contarle cada detalle de sus aventuras. Ahora mismo podía estar contándole alguna historia o planeando la llegada al valle de los Mascurí.
Afortunadamente el tiempo los había favorecido para atravesar las altas cumbres. Encontraron  abundantes animales para cazar,  arroyuelos y pastizales.
Una mañana, la patrulla que habían enviado a investigar un paso por donde vadear  un caudaloso río,  a su regreso se encontró de frente con tres osos que les impidieron seguir su camino. Los osos mayores atacaron a los guerreros matando a uno de los caballos. Afortunadamente  el guerrero que se había quedado a pie fue rescatado por la diestra amazona al acertar una saeta en la nuca del oso. El otro luchó con Herlé,  hasta que el Príncipe logró  vencerlo con una certera estocada en la garganta.
El asombro de los guerreros se multiplicaba al intentar  descubrir de donde habían llegado sus salvadores en tan oportuna ocación.
El oso pequeño fue adoptado por la caravana, ya que había quedado sin sus padres.
Acamparon en la orilla del río y aprovecharon el cuero de los animales y con sus carnes un bailado asado que se prolongó  hasta el atardecer.
Descansaron hasta el alba, continuando hacia el valle pasando por varios poblados.
Los jefes de las tribus los recibieron con recelo y respeto. Pero, los guerreros más jóvenes los admiraban y algunos los tocaban como para impregnarse de su fuerza y espíritu, impresionados por los magníficos atuendos que lucían los de más alto rango.
En tres días habían pasado las dos tribus más  conflictivas y habiéndoles dejado hermosos obsequios a sus jefes, continuaron por un río que corría hacia el plano boscoso antes de llegar al valle de los mascurí.
Rodearon el valle siguiendo otro río que desembocaba en el mar. A medida que se acercaba a la costa, se iban enterando de los acontecimientos y el temor que infundía Rolack  en  la región.
Después de 35 días que habían salido del Reino Ataltán  llegaron a orillas del mar.
En un pequeño valle custodiado por algunos pescadores  los recibieron con algún  grado de desconfianza, pero después de hablar con Wail, aceptaron a los visitantes cediéndoles un terreno para que acamparan.
-Necesitamos saber algunas cosas de los Mascurí - dijo Wail a su Líder.
-Hace muchos años que el Gran Rolack se ha apoderado del valle y debemos entregarle una cantidad de nuestra pesca para que nos proteja y nos permita vivir cerca de sus dominios.
-¿Qué ha pasado con el Gran Jefe?
-Murió hace mucho de un extraño mal. El  Gran Rolack ha tomado su puesto y disolvió La Asamblea de Ancianos.   Ahora está protegido por un Zunkumanki  ( ocho guerreros y consejeros )  que hacen respetar todos los  designios del Gran Brujo.
-¿Y la familia Llycad?
-Alguno de nosotros pertenecemos a los Llycad. Muchas veces rapta o nos obliga a entregarle vírgenes y niños para su Diosa.
-¿Sabes de alguna familia Vagzú?
-Los Vagzú viven muy cerca de nosotros – dijo otro pescador.
-¿Conoce a Vagzú? – intervino Syrmal, interrogando a su madre – pregúntale donde están.
-¿Cómo está  Vargzú?,  ¿dónde lo puedo encontrar?
-Vagzú fue asesinado por un traidor enviado por Rolack, hace más de diez años.
-¡Maldito brujo!.., tendré que matarlo personalmente – dijo Syrmal viendo la cara del hombre y la expresión de su madre.
Wail siguió traduciendo lo que les decía el hombre.
-Dice que posteriormente el brujo mató al traidor, pero desde entonces no ha molestado a los de la tribu de tu padre. Sólo a los Llycad continuamente les robaban su  ganado o alguna jovencita que mantienen como esclava de los Jueces o vírgenes sacerdotisas que sacrificaban a su Diosa.  A los Vagzú no los tocaban por designio de los dioses,  que les  predecían grandes males si los dañaban en alguna forma.
Los Vagzú han progresado mucho y son muy respetados por casi todo el valle.
-Yo soy  Adma, la madre de Syrmal, mi hija había sido  sentenciada a muerte hace más de 17 años por Rolack, según él, eran los designio de los dioses, pero ella está aquí, es ella – le dijo al hombre señalando a Syrmal  - necesito ver a los hijos de Vagzú. El fue mi esposo y padre de esta joven.
El hombre  se sorprendió  de lo que escuchaba mirando con gran admiración y respeto a Syrmal.
-Dice que nos guiará a la aldea de tu padre, porque ha escuchado grandes designios sobre tu regreso. Pero igual quiere que sea lo más secreto posible, porque Rolack tiene espías que son bien recompensados, pero a él le ha quitado dos hijas y necesita tomar venganza de sus fechorías – les dijo Wail a Herlé y Syrmal.
Disponiendo que los guerreros permanezcan ocultos hasta su regreso, Syrmal, Herlé y Wail, emprendieron el camino hacia la aldea de los Vagzú.
El  hombre pescador los guió a una vivienda destinada para las asambleas de los ancianos, esta era de muros de piedra canteada y algún mobiliario dispuesto para reuniones.
Esperaron varios minutos observando los adornos que colgaban de los muros. Cuernos de diferentes animales, escudos en cuero o madera tallada, algunas armas de lanzamiento, etc.
Los Ventanales estaban cerrados con grandes bloques de madera enlazados con láminas  y remaches de hierro. El cielo sellado con gruesos rollizos de betula pulida.
Tres de los hermanos llegaron atropellándose para ingresar a la sala donde los estaban esperando los visitantes.
Adma, abrazó a Zum, después a  Telli Absel, el hijo mayor de Vagzú y  por último a Rank Ir, el  quinto hijo  de Vagzú. Después se apartó e indicando a sus acompañantes les dijo:
-Conozcan a Syrmal, su hermana.
Los hombres se emocionaron al ver a la niña convertida en una hermosa guerrera vestida magníficamente. La abrazaron y mimaron llenándola de halagos.
Syrmal, se sintió pequeña nuevamente ante el cariño que le demostraron sus hermanos. Respiró  profundamente y les dijo:
-Hermanos, él es Herlé, hijo  del Rey de Ataltán. Mi padre era primo del Rey y  Jefe del Ejército Real.
Herlé nos acompaña como Jefe de nuestra escolta. Ha participado en combates y misiones extraordinarias. Sabe mucho de sitios y asaltos a fortalezas. Habíamos acordado mantenerlo en secreto mientras averiguábamos cuales eran las condiciones en que ustedes se encontraban. Hace años Rolack envió a unos guerreros a raptar a vírgenes y niños, para sacrificarlos a su Diosa, pero el ejército del Rey los derrotó, no quedando ninguno vivo. Por tal motivo el Rey nos ha pedido no rebelar la  identidad de su hijo,  por si  quisieran  tomarlo como rehén, en caso de perder la batalla contra los Mascurí -  aclaró  Syrmal y se retiró para que todos vieran y saludaran a Herlé, quien tomó fuertemente  la mano de cada uno y puso su mano izquierda en el hombro derecho en señal de confianza. Los demás hombres imitaron el  saludo con mucho entusiasmo.
Syrmal  conoció a sus hermanos y les relató sus largos  19 años de ausencia.
Ellos escuchaban con mucha atención lo importantes que eran Adma y Syrmal en ese país tan lejano, admirado y respetado por el valle. Siendo acompañados, además,  por el propio hijo del Rey.
Ellos también referían algunos  pormenores de cada uno de los hijos de Vagzú. La suerte en los negocios de Zum, las peripecias de otros y las vanas esperanzas de que algún día volverían a saber de ellas.
-Nuestro padre, nos ha dejado hace 15  años, tenemos las sospechas que Rolack lo mandó a matar  comprando a un traidor que posteriormente fue eliminado para evitar que algún día pudiéramos sacarle la verdad de su crimen. Tratamos de vengar su muerte, pero perdimos a dos hermanos y muchos otros guerreros. Nos dimos cuenta que es imposible conseguir entrar a su reinos, porque mantiene una protección muy fuerte - comentó Zum.
-El tiempo ha terminado aplacando nuestros deseos de venganza - dijo Telli Absel - Además dicen que  Rolack   recibió  el vaticinio que  un trágico final le ocurriría  si mantenía el asedio a los Vag.
-Ahora podemos vengar la muerte de nuestro padre, tenemos buenas armas  y  la escolta que viene conmigo  es la mejor del  Reino del Norte.
-No veo tu escolta hermana – dijo Telli Absel.
-Tenemos los 100 mejores guerreros.
-No podrás  vencer con 100 hombres  a Rolak... -   le dijo Zum
-Mi tío  el Rey Zeling, primo de mi padre  nos ha entregado los 100 mejores guerreros- dijo Adma.
-Reuniremos algunos de vuestros guerreros para atacar el castillos de Rolack - se apresuró a  decir Herlé -  Pero antes debemos saber cuales son las condiciones de vuestros voluntarios y como está protegida la fortaleza  Mascurí.
Zum, quien mantenía viva la idea de vengar a su padre y  aún se sentía plenamente capaz  de vencer a Rolack en un combate individual.  Recordando los abusos cometidos por éste cuando fue capturado 19 años atrás, tomó con mucho entusiasmo la propuesta de Herlé.
-Podemos conseguir algunos guerreros con los Llycad, muchos han sido dañados por Rolack y sé que estarán ansiosos por tomar venganza de él – dijo Zum.
-Hermano, te recuerdo que el castillo de Rolack está protegido por buenos guerreros y muchos  de los Llycad  y Vag temen contrariarlo por los poderes que ha adquirido en estos últimos tiempos- intervino Telli Absel.
-Con nuestros guerreros podemos prepararlos para combatir a Rolack - intervino  Herlé.
-Aún así no tenemos las fuerzas para vencerlos...
-Telli Absel - intervino Syrmal - te demostraremos que nosotros también tenemos poderes suficientes para vencer a tu temible Brujo.
Zum iba a decir algo, pero Syrmal levantó su mano y le indicó que esperara  y se plantó en medio del salón
-Herlé – le dijo al príncipe – golpea  mi pecho con tu espada...
Los hermanos de Syrmal se miraron espantados sin comprender de qué se trataba la irracional idea de su hermana al indicarle a su primo que la golpeara.
Herlé desenvainó la imponente espada con una rapidez extraordinaria y lanzó un feroz golpe a Syrmal. La espada rebotó en el pecho de la amazona sin provocarle ni el más mínimo rasguño, aún cuando la tiró varios metros hacia atrás.
A su vez Syrmal, sacó velozmente su espada y atacó violentamente a Herlé golpeándolo en su brazo armado y también la espada rebotó sin dañarlo.
-¿De qué se trata esta...? – y no supo que preguntar Zum.
-Herlé  y yo estamos protegidos por los dioses, no hay armas que nos hagan daño. El es el mejor entrenador de guerreros, en pocos días podemos formar un grupo  capaces de ingresar al interior de los muros y permitir que nos abran las puertas para atacar a Rolack. Lo debemos sorprender de noche - dijo Syrmal.
-¿Cómo podremos mantener el secreto, si existe la posibilidad de que en nuestras propias tribus tengamos traidores y personas que por temor a Rolack, nos pueden delatar? – dijo Rank Ir  –el cual se había mantenido observador  y cauto.
-Me imagino que ustedes deben conocer a los más contrarios al brujo, no necesitamos muchos. Podemos iniciar un torneo de arcos y lanzas con trofeos para medir las destrezas de cada uno sin levantar sospechas - dijo Syrmal.
-¿Cómo cuales trofeos?- dijo Zum.
-Caballos y  piezas de oro – dijo Herlé.
-Esos premios siempre son aceptados por todos los hombres – dijo Zum.
- Dentro de 10 días corresponde celebrar la fiesta de nuestro Dios del bosque, el Magnífico Cirunk, que desde hace 17 años celebramos, en recuerdo a nuestra salida  desde el valle Mascurí, también para honrar a nuestro padre que nos trajo hasta este lugar. Siempre invitamos a los Llycad por aceptarnos como vecinos. Desde hace algunos años Zum les ofrece regalos a los que se atreven a demostrar alguna habilidad, por lo tanto el hecho de ofrecer estos trofeos, no despertará sospecha en los espías de Rolack -  dijo el cauto Rank Ir.
-Me parece bien,  así pueden concurrir algunos de los guerreros que se quedaron esperando como nos recibían nuestros hermanos. Traeremos sólo a tres,  para seguir manteniendo oculto a nuestros mejores guerreros -  dijo Syrmal.
-Mientras todos se preparan para el torneo, no se sospechará que ustedes están observando cuales tienen méritos para unirse a nuestros guerreros- dijo Zum – ya que serán presentados como invitados de las más lejanas islas protegidas por el Magnífico Cirunk.
-Antes de dar a conocer esta noticia, les presentaremos a nuestras familias – dijo Zum.
Salieron  los hermanos seguidos de Adma, Syrmal y Herlé hacia unas viviendas cerca de la costa, donde se veían muchos botes  con pescadores y gentes reparándolos o tejiendo redes.
A un costado se apostaban algunos  para comercializar sus  productos marinos y otros exhibían legumbres, curtiembres, cacharros y herramientas rústicas.
La primera casa que visitaron fue la de Telli Absel.
Wail, notó que su mujer no la recibió de buena gana como lo habría esperado. Una mirada de recelo le hizo recordar que en los tiempos que se habían conocido antes de ser la esposa de Vagzú, fue  tentada por Rolack para ser Sacerdotisa de la Diosa Eanki, No podía entender los motivos por los cuales se casó con su hermano olvidándose para siempre de la influencia del Brujo. Debían cuidarse de ella.
La comitiva fue a casa de los otros  hermanos que tenían esposas. De los siete que aún quedaban vivos Rank Ir  y   Vag Waa,  el menor de los nueve que nacieron vivos, seguían solteros viviendo de los beneficios del mar en una magnífica casa que había sido de su padre.
Los otros hermanos de menor importancia eran Mardú y Hamm, los cuales no tenían habilidad para las armas y apenas las condiciones para trabajar las tierras, viviendo humildemente con sus numerosos hijos.
En casa de Zum se hospedaron los tres visitantes donde fueron muy bien recibidos por su mujer y sus hijos.
La vivienda era una casa de enorme muros, ventanales angostos, tejado de madera, piso de piedras y madera pulidas, una vivienda propia de un mercader de pieles y armas.
Media docena de chiquillos curiosos se escondían entre puertas y muebles rústicos de buena madera. Sólo la hija mayor que debía tener unos 14 años, concurrió a saludarlos   con mucho entusiasmo y cordialidad. La niña era una hermosa morena tan alta como Syrmal. Tenía unos grandes ojos negros, el pelo crespo y corto. Lucía  una túnica de flores grandes amarillas en un fondo verde. Iba descalza  y  sus tobillos adornados con cintas tejidas en lana de vistosos colores. No se separaba de ella admirando curiosamente las prendas y armas de la amazona.
Wail la tomó de la mano en forma cariñosa para apartarla de Syrmal que debía atender los pormenores con sus hermanos, para el torneo de habilidades que necesitaban organizar.
Antes del segundo anochecer los visitantes volvieron a reunirse con sus guerreros, teniendo la precaución de no ser seguido ni por sus hermanos.




Fiestas de  los guerreros.

Los hermanos de Syrmal en diez días prepararon cerca de la playa, en  un campo especial para que puedan ser vistos por el entusiasta pueblo Llycad y Vagzú, un torneo de destrezas y combates.
En un corral en medio del pueblo Vag, mostraron  diez hermosos caballos que serían los premios a los  ganadores de las pruebas.
  Herlé  se mantenía discretamente observando los preparativos y a los futuros participantes, recibiendo de Vag Waa los nombres y datos que necesitaba.
Los participantes, sólo podían presentarse a las pruebas con prendas de vestir, sin ningún tipo de arma.
Las pruebas serían pasadas en parejas, quedando eliminado el perdedor.
Las pruebas comenzarían a medio día  hasta que se pusiera el sol.
Media docena de ancianos servirían de Jurado.

La primera prueba consistía en subir y bajar por una escalera doble  de unos seis metros, cargando un cerdo atado a la espalda.
La  segunda  era arrastrar por varios metros un pesado tronco con unas cuerdas amarradas  a  la cabeza y llevando consigo un borrego tomado sólo de una pata, el que no debía tocar el suelo.

En la tercera  prueba debían cortar un tronco de medio metro de diámetro.

La  cuarta prueba era lanzar, desde una distancia aproximada a los treinta  metros, tres cuchillos  a roedores atados en unas cuerdas a  la altura de un caballo.
Esta prueba resultaba bastante simpática ya que los roedores atados de sus rabos no permanecían quietos ni un minuto. Y si una lanza cortaba la cuerda en que estaba amarrado el roedor, este salía espantado entre la multitud, perseguido por una turba de niños tratando de cazarlo.


En la quinta prueba debían dispara tres flechas  a unos cuervos lanzados al aire.

La sexta prueba era salir de un foso de barro,  amarrando  antes,  en un postes al guerrero que le hubiere tocado como contrincante, dejándolo automáticamente eliminado.

A la última prueba llegaban entre 10  a  15 competidores que debían  enlazar uno de los 10 caballos salvajes encerrados en un corral bastante amplio.  Después debían iniciar una carrera de ida y vuelta a la primera casa  de la aldea Llycad.
 En su camino,  debían cortar a espada o machete la cabeza de uno de los diez perros colgados de un árbol dispuestos a diferentes alturas y lugares.
En la meta deberían dejar la cabeza del animal sacrificado a los  pies de Zum que tendría la misión de certificar los puestos en que iban llegando los competidores.

El ganador obtendría el caballo que hubiere montado, una espada y diez piezas de oro.
El segundo tendrían el caballo  y  nueve piezas de oro,  así hasta llegar al último quien obtendría el caballo y una pieza de oro.
A la competencia se presentaron una cantidad enorme de guerreros provenientes de varias tribus del valle, algunos llegados desde la ciudad de los Mascurí y  tres guerreros de las Islas del Norte (según se había acordado anunciar, para indicar a los guerreros Ataltán), los cuales se presentaron con ropa de pescadores para que  no sean relacionados con guerreros avezados.

El primer día de competencia  había  más de 500 competidores los que subieron por las 30 escaleras dispuestas para la prueba.
Para la segunda prueba quedaron más de 250 competidores, muchos ya eufóricos y dispuestos a moler a sus oponentes.
Aún no sobresalía ninguno de los Guerreros de Syrmal ni los diez hombres de los Mascurí.
Sólo en la cuarta prueba se empezó a notar la habilidad de los arqueros y la rapidez para hacer puntería y disparar.
Herlé empezó a tomar nota sin dejar de tener en cuenta que aún seguían en competencia los Mascurí y sus tres guerreros.
Comenzaron la quinta prueba dos Mascurí, que debieron eliminarse entre ellos, posteriormente siguió un Guerrero del Norte con un Llycad, ganando éste por secreto pacto con Herlé que debían dejarse ganar en caso de competir con los Vagzú o Llycad, pero debían ganar obligadamente contra los Mascurí o de otras tribus.
Los terceros competidores eran Llycad. Los que siguieron eran Mascurí otra vez, los siguientes era un Mascurí con Rank Ir. Ganó lejos Rank Ir. Después seguía un Mascurí con un guerrero del Norte, ganó el nortino a regañadientes del Mascurí.
 Después vinieron un Mascurí y un Llycad ganó el Mascurí.
Finalmente disputó un Llycad con un Vag y ganó el Llycad. Siendo una de las contiendas más parejas, diestra y rápida.
Igualmente se abrazaron y desearon suerte.
Al día siguiente comenzó la sexta prueba del foso, era la más expectante y la más esperada.
Aún se mantenían dos guerreros del Norte.
A los seis  Mascurí  que se mantenían en competencia, se debía tratar de  eliminarlos.
Comenzaron la prueba dos menudos guerreros  Llycad que debieron  eliminarse entre ellos deseándose toda la suerte en un fraternal abrazo. En el cuarto foso debieron eliminarse dos guerreros Mascurí, que casi terminan matándose entre ellos.
Rank ir logró derrotar uno de los más destacados de los Mascurí, que juró venganza,
Un guerreros del Norte derrotó  a un Mascurí, pero el mejor guerrero de los Mascurí derrotó a un Llycad, logrando pasar a la última prueba. A estas alturas la competencia estaba tomando ribetes de combate a muerte, y casi no se respetaban las reglas ni los bandos. Todos querían ganar.
El público eufórico, ya conocía el nombre de los más destacado competidores y se hacían apuestas corriendo de un lado para otro buscando apostadores.

El sol ya casi llegaba al horizonte marino cuando comenzó la última prueba de enlazar los caballos e iniciar la carrera final.
 El primero en enlazar un caballo fue Rank Ir, después el mejor guerrero Mascurí Faal Vit,  a continuación,   los  guerreros del Norte  Kaiskam  y  Walt, después el guerrero Vag  Irol,  el  Llycad Demest,  el  Vag  Zunivag, el  Mascurí Erkaan, el  Vag Admid,  y por último el menudo Llycad Fagudtí, que logró enlazar su caballo cuando los primeros tenían casi la mitad de la carrera corrida.  

En primer lugar iba  Kaiskam seguido de cerca por Rank Ir y  el guerrero Faal Vit,  los dos guerreros  Vag Irol y Zunivag,  el  guerrero del Norte Walt, el Llycad Demest, el guerrero Mascurí Erkaan, el Vag Admid y último Fagudtí.
En la vuelta tomó la delantera  Rank Ir,  seguido por Kaiskam,  Faal Vit y Walt.
Las apuestas y los gritos de ánimo estaban centrados en los primeros competidores, pero en un momento el caballo de Faal Vit pisó mal y se dio varias volteretas disparando a su jinete por el pastizal.
Desde allí,  la carrera se tornó  fácil para Rank Ir que había dejado muy atrás a sus perseguidores Kaiskam, Irol y Walt.

Cuando Rank Ir llegó a la meta, la ovación fue serrada por los que habían apostado a su destreza como peleador  y  jinete.  Se perdió entre  sus hermanos, familiares y algunos  guerreros del Norte, mientras las cabezas cercenadas de los quiltros iban juntándose a un costado de Zum, dejando  un charco  de sangre,  ojos desorbitados y testimonio  del certero corte de las  filosas  armas  de los competidores.
Mientras los que seguían en carrera, apaleaban a sus jamelgos para sacarles rendimiento, entre ellos,  el  menudo Llycad había recuperado bastante terreno ganándole a Admid y estaba tratando de pasar a Erkaan último Mascurí en competencia, pero por mucho ánimo que le brindaba el público, el Mascurí le ganó, llegando en séptimo lugar y el menudo Llycad en octavo, quedando en noveno lugar Admid.
Faal Vit que había rodado por los suelos debió  conformarse con llegar tirando de su mancado caballo  y él más que magullado  a recibir su nuevo corcel y una pieza de oro.

Herlé tenía apuntado a muchos guerreros, aún después que hubieran quedado eliminados,  o porque el contrincante era muy bueno,  la escalera había cedido o el hacha se le había quebrado el astil, etc.
Siendo Llycad o Vag, se fijaba en su bravura o fortaleza.
Logró más de 60 nombres a los que estudiaría con tiempo y posteriormente les propondría formar las fuerzas de ataque a la ciudad de los Mascurí.
Antes debía saber si podía confiar en ellos y entrenarlos para eliminar a los guardias  y  escalar los muros. La batalla por la toma de la ciudad y el castillo del Rolack, quedaría en manos de sus guerreros, Syrmal y él.
Se reunió con los hermanos Vagzú y empezaron a repasar los nombres, quedando eliminado más de 12  y aparecieron otros cinco que aunque no eran buenos guerreros, tenían las ganas de combatir al Brujo y tomar venganzas atrasadas.
Tenían cerca de 50 guerreros diestros y confiables.  Unos podrían combatir sin ningún problema a los guerreros del  brujo, otros podían ingresar a la ciudad como parientes o  amigos de algunos Mascurí con los que tenían relaciones comerciales. Esos podrían incendiar  las puertas de la fortaleza de Rolack para que ingresen los guerreros del Norte.

 Como todos los torneos del valle terminaban en verdaderas fiestas de bailes y borracheras, esta no fue una excepción, durando hasta la amanecida el ir y venir de ebrios, pendencieros,  demostraciones de fuerzas y habilidades con las armas, aún cuando hubieran perdido o no habían participado en la competencia.
Unos por aquí, abrazados en insustanciales coloquios; otros por allá, explicando su mala suerte en el torneo.
 Cerca de la playa un grupo animaba una fogata con desafinados cantos de grandes y valientes ancestros.
Syrmal y sus guerreros habían aprovechado la confusión de los ebrios y exaltados, para escabullirse hacia su secreto escondite.
Al otro día se reunieron discretamente con los seleccionados el sector de la playa en donde habían entrenado antes de la competencia.
Les explicaron  que los visitantes estaban interesados en entrenarlos para una gran competencia en las Islas del Norte, desde donde venían. Tendrían premios tan solo por participar y fabulosos tesoros para los ganadores. Obviamente los más entusiastas fueron los hermanos Vagzú (sabiendo que así podrían  interesar a los demás).
-Aquellos que  deseen participar, serán entrenados por nuestros guerreros, los que en algunos casos decidirán por los que tengan más condiciones para estas pruebas- dijo Herlé.
Poco a poco fueron adiestrándolos y haciéndoles algunas confesiones, para ver quienes realmente estaban interesados en combatir a Rolack.
Dos días  después, cuando estaban más o menos conformes con su lealtad, los llevaron nuevamente a la casa de reuniones.
Zum era el más respetado y el más indicado para hacer la presentación de los visitantes.
-Hermanos Vag y hermanos Llycad, aunque ustedes ya conocen a nuestros invitados de las Islas del Norte,  ahora les voy a presentar sus verdaderas identidades y propósitos.
Ella es Adma, la última esposa de mi padre, es sobrina del Rey del Norte y madre de Syrmal, nuestra hermana,  hija de mi padre, la cual hace 17 años había sido condenada a morir sacrificada a la Diosa Eanki  por ser hija de una esclava extranjera. Los celos y envidias del Brujo Rolack, cambiaron maliciosamente el oráculos para evitar se cumpla el verdadero designio para la cual ha sido favorecida con la protección de los Dioses.
Él es el Príncipe Herlé, hijo del Rey Zeling del Reino Ataltán. Es el  Jefe de cien guerreros que están ocultos cerca de la playa Delfín. Ellos harán algunas demostraciones de su poder para que ustedes confíen que son los únicos capaces de vencer al poderoso brujo  Rolack y terminar de una vez con sus crímenes.
Un silencio sepulcral siguió a las últimas palabras de Zum, después un murmullo que terminó cuando Syrmal y Herlé  atravesaron hacia el otro extremos de la habitación y prepararon los arcos para dispararles a varias  argollas que pendían a espaldas de los hermanos Vagzú, quienes dejaron libre la visión para que empezara la demostración.
Ambos tomaron los arcos y apuntaron a una pequeña naranja en el centro del muro pendida de un cordel a  unos tres metros de altura,  Herlé apuntó y cortó la soga, al tiempo que Syrmal colocaba un certero tiro en el centro de la naranja, dejándola clavada en el muro.
Después, ambos tiraron al mismo tiempo a una argolla no más grande que una manzana suspendida y moviéndose como un péndulo a la misma altura de la naranja. Las dos saetas  se clavaron en el muro unidas por la argolla, que por la fuerza de las flechas se había desprendido del cordel.
Luego de varias otras pruebas, lanzaron cuchillos y jabalinas, dejando muy sorprendidos a los concurrentes.
La sorpresa  y admiración fue realmente expectante cuando combatieron entre ambos.
Las espadas hicieron saltar las chispas en su primer choque, el estruendo de los golpes tanto en sus cuerpos como entre las espadas, tenían a los guerreros con la bocaza abierta  hasta hacerle doler las mandíbulas. No podían entender como el acero más templado y filoso no herían a los contrincantes, sin embargo salían chispas del metal.
Terminó la demostración, sin  haberse dañado  en lo más mínimo.
-Zum, se plantó en medio del salón les dijo - Si alguien tiene dudas de que sus armas no son verdaderas pueden retar a cualquiera de los dos y obtendrán un premio, sólo por atreverse a desafiarlos.
-Si prefieren dos o tres, nos da lo mismo - dijo Herlé.
Sorpresivamente Rank Ir salió de entre los asistentes y atacó a Herlé con un certero cabezazo en pleno estómago, haciéndolo saltar sobre una mesa rústica que se quebró en varias partes. El Príncipe se levantó de un salto y quedó nuevamente parado en medio de la habitación, pero Rank Ir, ya había sacado diestramente su cuchillo lanzándoselo con todas sus fuerzas. El puñal rebotó en el pecho del Príncipe y quedó ensartado en un escudo que sostenía una cabeza de jabalí.
Rank Ir, se paró en medio del salón y gritó a los presente - ¡Esa ha sido una demostración de lo que les ha tratado de explicar Zum! ¿Alguien más quiere verificar los poderes del Príncipe?
No alcanzó a terminar de hablar cuando cinco guerreros se abalanzaron sobre Herlé, con sables y lanzas atacándolo por todos lados. El Príncipe los iba desarmando o dejando fuera de combate con un par de movimientos y certeros golpes de pies o puños.
Salieron dos guerreros más, pero en ese momento saltó Syrmal y los dejó fuera de combate con dos certeras patadas en el pecho a cada uno. Quedando en pie esperando algún otro desafiante.
Salió pausadamente un gigantón de entre los presentes y se plantó en medio del salón con su cuchillo de enormes proporciones. Syrmal quedó esperando el ataque. El gigante le acertó una estocada en el hombro izquierdo. La joven no lo esquivó y casi la tumba con la fuerza del impacto, pero el  arma no penetró en el cuerpo de la joven. El hombre quedó por un segundo sin comprender la situación, momento en que Syrmal, le propinó un certero golpe de puño en la mandíbula izquierda que casi le saca la cabeza, pero el gigante reaccionó y le lanzó una estocada directa al vientre en donde la hoja de la daga se quebró y nuevamente el hombre quedó mirando incrédulamente la cacha de lo que era su intimidante cuchillo. La amazona aprovecha la vacilación del guerrero  y  le propina una certera patada en las entrepiernas que lo deja medio doblado, pero el gigantón se va encina de la amazona y  la toma de los hombros y le propina un feroz cabezazo, al tiempo que la empuja de espaldas. Syrmal da unos pasos hacia atrás, pero sin caer, y queda esperando una nueva  acometida del gigantón. Este se acerca con la intención de arrasarla en su embestida con su cabeza en posición de ariete, pero Syrmal se hace a un lado y aprovecha el propio impulso del gigantón para tomarlo del cinturón y empujarlo hacia en muro en donde el hombre se golpea la cabeza quedando sentado y medio aturdido. Situación que le da  tiempo para   tomar  a su atacante de su guerrera y el pantalón y lo alza sobre su cabeza como si fuera un recién nacido. Los hombres  soltaron una exclamación de sorpresa y terror al ver hizo el ademán de arrojarlo por los aires sobre ellos.
En ese momento Zum llamó a la calma.
-Está bien hermanos, creo que ya es suficiente. Espero que ahora comprendan que mi hermana y el Príncipe Herlé tienen la fuerza y las habilidades de verdaderos guerreros capaces de vencer sin ningún problema al Brujo Rolack. Desde ahora y sabiendo todos la verdad, le ofrezco la oportunidad de marcharse o continuar con nosotros hasta que logremos derrotarlo.
Impactados por la demostración de poder de los visitantes de Reino del Norte, se produjo una algarabía, que debieron calmar  Zum y Rank Ir.
-¿Cómo podemos prepararnos sin levantar sospechas de Rolack? – dijo un guerrero.
-Diremos que nuestros visitantes vienen a buscar guerreros para participar en los Juegos del Palacio de las islas del Norte.  Diremos que ofrecen premios fabulosos y que después de unos días de entrenamientos  enviaremos a los mejores de nuestro valle para competir. Así podemos darnos unos días para preparar el asalto al castillo Mascurí – dijo Rank Ir.
-La idea no es saquear la ciudad para obtener tesoros de los Mascurí, sólo necesitamos apresar a Rolack para devolver la justicia al valle y  que ellos nombres nuevamente su  Consejo de Ancianos para que gobiernen como se hacía antes con el Gran Jefe Gukeyl.
El brujo ha convertido a la Diosa Eanki en un demonio aterrador aprovechando la creencia del pueblo para dominarlos con sus oráculos falsos y así deshacerse de sus enemigos. ¡No podemos seguir aceptando sus terror!- concluyó Zum.
-Si desean tener tesoros, les garantizo que serán recompensados pero sin dañar a sus propias familias, ya que muchos de ustedes aún tienen familiares y amigos entre ellos- dijo Herlé.
-Lo más importante, es mantener el secreto que se ha mencionado hoy. Yo les pido no hacer comentarios, ni con sus esposas o hijos que no han estado en este lugar. Sé de algunas personas que no están de acuerdo en destruir a Rolack, aún tiene vínculos con él y no quiero que por ese error pueda morir alguno de vosotros – dijo Adma.
-Si, Si, lógicamente, por supuesto, debemos mantener el secreto, ganaremos, ganaremos, Rolack debe morir…- comentaban todos.
Después de aquella reunión, los guerreros fueron a la playa a practicar combates con diferentes armas y en la tarde regresaron a sus casas, comentando que irían a competir a los Juegos del Reino del Norte.
Telli Absel, llegó cansado a su hogar pidiendo algo de comer. Su mujer  le sirvió como de costumbre y posteriormente se acercó insinuando grandes atenciones.
-¿Qué te pasa mujer?- le dijo Telli Absel.
-¿A qué se debe tanto cansancio y tantos secretos Telli?
-¿Cuáles secretos mujer?
-Los que trae Adma y su hija.
-No hay secretos, sólo nos han ofrecido ir a pelear en una competencia en las Islas del Norte, con premios muy buenos.
-¿Cuándo?, ¿Irá tú también?
-Si iré, dentro de unas tres semanas partiremos  y basta de preguntas mujer, dedícate a tus cosas.
La mujer se retiró con los cacharros en los cuales le había servido a su hombre, le dejó un jarro de vino y salió de la habitación,  pero la mirada de recelo y desconfianza no fue captada por Telli Absel.
Esperó que el hombre se tomara todo el mosto y se tendiera en un cómodo sillón, lo tapó y se escabulló por entre las sombras.
Tomó un brioso corcel y salió  sigilosamente hacia las afueras de la  ciudad. Montó cuando estaba bastante retirada de la casa y salió al galope por un negro camino hacia la ciudad de los Mascurí. Corriendo de esa manera podría llegar dentro de unos dos o tres días. 
Cabalgó toda la noche, reposó unos minutos mientras bebió de un arroyuelo y siguió incansablemente todo el día.  Pasado el medio día  tomó un camino hacia un río bastante caudaloso y buscó un paso seguro y atravesó. Un par de horas más tarde llegó  a una cabaña solitaria en medio de unos árboles añosos.
Salieron a su encuentro los dos guerreros Mascurí que habían llegado a la última prueba, Faal Vit y Erkaan.
La recibieron con especial atención e ingresaron a la cabaña. Un par de minutos más tarde  los tres tomaron nuevamente el camino hacia el Valle de los Mascurí, pero en cuanto salieron del pequeño bosque,  Faal Vit cayó mortalmente herido con una flecha que le atravesó el pecho.
Erkaan, se tiró al suelo y empezó a escrutar los alrededores, en busca del agresor, pero no encontró indicios de él o éllos.
De pronto otra flecha tumbó el caballo de la mujer de Telli Absel, haciéndola rodar por el suelo, en donde quedó medio aturdida.
Erkaan pudo distinguir de donde provino la segunda flecha y se parapetó de mejor forma.
-¿Quién eres?, ¿Qué deseas maldito?, ¡Da la cara y pelea! – gritó.
Detrás de unas rocas, bastante retiradas salió Walt y Adma.
-Tendrás tu revancha Erkaan - le dijo acercándose.
El Mascurí  sonrió al ver que sólo se trataba de un solo hombre y salió a su encuentro con la espada dispuesta.
Walt bajó del caballo y presentó batalla.
Varios golpes de ambos chocaron estruendosamente  sin hacerse daño,  mientras Adma tomó a la mujer de Telli Absel y la amarró mientras estaba aturdida y se dispuso a contemplar el espectáculo  que estaban dando los guerreros.
El Mascurí atacaba con toda furia, pero Walt bloqueaba diestramente sus golpes.
De pronto Walt golpea a su oponente y le tira su arma varios metros de su alcance.
-¿Qué te ha dichos esta mujer?- le preguntó colocando la espada en su cuello.
-Jamás lo sabrás maldito- contestó Erkaan.
-Entonces toma tu espada y pelea, ya no tendrás otra oportunidad - le dijo Walt.
El guerrero corrió a recoger su arma y volvió ciego de ira contra su contrincante, pero este en dos golpes le volvió a quitar la espada  y con un tercer golpe le separó la cabeza del cuerpo.
En ese momento ya la mujer de Telli Absel había recuperado la conciencia y estaba aterrada por la forma en que había terminado con la vida de su amigo el guerrero del Norte, además de tener a Adma custodiándola con su espada tocando su garganta.
-¿Qué le has dicho?, contesta o tendrá el mismo fin - dijo Walt.
-Moriré en nombre de mi Diosa, perro Nortino, pero no te diré nada – contestó la mujer.
Walt levantó la espada para terminar con la mujer, pero Adma lo detuvo.
-¡Espera!.. – le  dijo -   la llevaremos  donde Telli Absel, tal vez él la haga hablar.
-¡Jamás le diré una palabra a ese maldito - pertenezco al Gran Sacerdote Rolack… Él es mi señor y sólo él puede entregarme a mi Diosa Eanki.
-Aún así te llevaremos donde tu marido.
-Prefiero matarla ahora y jamás decirle a Telli Absel  que fue  traicionado tantos años  con su peor enemigo.
-Tal vez tengas razón, pero no puedo aceptar que se mate a una mujer en esas condiciones.
-Será mejor que subas al caballo y volvamos al  valle  - dijo Walt a la mujer.
A fuerzas de empujones la subieron a un caballo y emprendieron el retorno.
Walt iba delante tomando las bridas del caballo de la mujer, Adma muy preocupada se mantenía a corta distancia de ambos, pensando en como tomaría las cosas Telli Absel.
-¡Maldita!, no lograrás convencer a Telli de nada, yo lo conozco veinte años y sé como lograr que te maldiga, aún más de lo que te han maldito los Dioses. No lograrás llegar al castillo con esa perra de tu hija, está escrito que ella morirá en la gruta sagrada en sacrificio a mi dios Eanki. Nunca llegarán a acercarse al castillo de mi Señor.
-Los dioses nos protegen y Telli sabrá la verdad tarde o temprano.
-Le diré que este perro me secuestró para hacerme suya y que tú lo amparasteis porque es tu guerrero favorito. No te creerá más a ti que a mí, te lo aseguro.
-Walt, creo que será mejor que dejemos la prisionera en la Playa Delfín al cuidado de nuestros hombres, hasta que le expliquemos lo sucedido a Telli. Una vez que conozca nuestra versión, será muy difícil que le crea a ella. Pienso que además,  Telli, debe tener alguna sospecha de ella y con esto las confirmará.
-Tengo la intención de matarla ahora mismo.
-Insisto que la llevemos viva. Después Telli verá que hace con ella.
-Yo prefiero matarla y no darle el placer de seguir engañando a mi amigo Telli.
Hacía bastante que estaban orillando el río en busca de  un lugar para descender hasta sus riveras  y  atravesarlo a nado.
Walt, insistía en no llegar con la mujer viva al valle.
-¿Cómo puedes tener esa pasión tan fuerte para matar una persona indefensa?
-Yo no pienso que está indefensa, es una mujer peligrosa y es mejor eliminarla antes que  arriesgarnos a ser sorprendidos nosotros,  en vez de atacar a nuestro enemigo.
-¡Sabía malditos que eso era todo el plan de las competencias! Estaban buscando guerreros para atacar al castillo de mi señor, pero no lo lograrán, él es muy poderoso y a esta hora ya debe de saber de sus planes, porque ha enviado a muchos emisarios a espiar sus intenciones. Algo yo les había dicho, porque dudaba de esta bruja blanca y su extraña hija meretriz  de guerreros nortinos. No pude sacarle mayor información a Telli, pero sí a otros perros traidores.
Walt, cansado de escuchar las estridentes palabrotas de la mujer, soltó las bridas del animal y sacó su espada para atravesarla, pero en ese momento  pasaban por un escarpado risco que se perdía en las orillas del río. La mujer aprovechando el descuido de su custodio  por desenvainar para atacarla, azuzó al animal obligándolo a desbarrancarse, llevándola consigo en un espantoso viaje hacia el precipicio. La caída fue acompañada por un horrendo grito de la mujer que se golpeó varias veces en las salientes rocosas, quedando destrozada a metros de las torrentosas aguas.
Un trecho más adelante encontraron una pendiente para descender.
 Orillaron la rivera del río hasta llegar donde estaba la mujer desnucada y casi partida en dos por los golpes recibidos en la caída. El caballo unos metros más cerca de río resoplaba sus últimos estertores.
Hicieron un foso y la acomodaron en él, la taparon con piedra y continuaron su camino buscando un lugar propicio para atravesar el caudal.
-Será mejor que mantengamos el secreto – dijo Walt, al observar la preocupación de Adma.
-Será mejor... nadie debe saber lo que ocurrió, pero… ¿qué diremos por nuestra ausencia?
-Que seguimos a los Mascurí, los sorprendimos entregándole información a otros de sus guerreros y tuvimos que matarlos para que no lleven el mensaje a Rolack. En realidad tal como pasó pero sin mencionar a la mujer de Telli Absel.
-Así será – dijo Adma.
-Esto nos obliga a adelantar el ataque al castillo. Seguramente Rolack debe saber que en unas  semanas  más pasarán cosas extrañas y se debe estar preparando.
-En tan poco tiempo no puede reunir guerreros que lo apoyen y nosotros no podemos confiar en que los guerreros que conseguimos reunir estén  dispuestos a atacar a Rolack sin tener la confianza en sus fuerzas para vencerlo.
-Cuando lleguemos, Mi Capitán sabrá que hacer.
Y siguieron su cabalgar por caminos inexistentes, pero sabiendo que seguían una ruta segura hacia el mar.

Adma iba  imaginándose  la pena de Telli, al darse cuenta que su mujer lo había abandonado. Sin embargo pensaba que sería más doloroso saber la verdad. No era necesario darle un dolor más grande al contarle que había sido engañado por esa infeliz a petición del Brujo, teniendo en su propia casa una espía del más desalmado enemigo de su familia. Pensaba también en lo importante que era para ella Walt, un hombre que la había pretendido por tanto tiempo siendo un leal servidor y defensor de su familia. Estaba pendiente de ella y de Syrmal. Pero nunca le había insistido en formalizar una unión, respetando su voluntad de no comprometerse con ningún pretendiente, por respeto a su esposo ausente. Ahora no sabría que decirle si le solicitara la venía al Rey  Zeling  para contraer matrimonio con ella, sabiendo que ya no existían  motivos  para negarse.  Walt, era el más importante hombre del reino, después de la familia real.  Desde que el Príncipe y Capitán Herlé era un niño, le cuidaba y acompañaba en todas sus aventuras.  Nunca sabía si por lealtad a su amistad o porque era un Príncipe  valeroso y diferente a sus hermanos o porque a él también le gustaban las aventuras de mayor riesgo.
Al atardecer del tercer día que habían abandonado el valle tras los pasos de la mujer de Telli, llegaron a la casa de Zum,  ante la preocupación de Syrmal, Herlé y todos los hijos de Vagzú.
Después de las explicaciones, se reunieron los Vag y debido a los acontecimientos contados por Adma, decidieron adelantar el ataque al castillo para el quinto día, debían viajar sólo de noche.