AL General Ricardo Arrué Montnegro.
Q.E.P.D.
Él, era un hombre de cualidades ejemplares
donde estuviera cumpliendo su sacro deber.
Era el grito de paz entre los seres humanos
protegiendo al desvalido de los criminales.
Era como el pan de Cristo en la última cena
pactando pecados cometidos por un hombre.
Puro, como el vino libado en cáliz sin nombre
augurando tres cruces y una injusta condena.
Sutil frío artero, que en las garras se llevó
aquel padre cariñoso y marido ejemplar.
Un error candente perdido en su escapar
injusto, en la faz de la justicia se posó.
Fue la espiga grana cortada a medio camino
que calmaba al marido machista y belicoso
que en su afán nefasto, desquiciado y vergonzoso
amenaza su familia frente a los vecinos.
Huyó el plomo furtivo del arma traicionera
como una saeta caprichosa y demencial,
trocando a un suicida en perfecto criminal
al herir a Ricardo de una injusta manera.
Era una estrella errante de un día oscuro
que en la faz del Coronel, hiriente se estrelló.
En su vuelo violento esa vida se llevó
que buscaba para otros, un mundo más seguro.
Con su carga opaca salió la estrella nociva,
dejando en su camino mil lágrimas heridas
y un ejemplo de hombres para ganarle a la vida
cuando madre e hijas se quedan a la deriva.
Fue un Coronel mártir, por la justicia, llamado
allá en la ciudad de los héroes Libertarios.
Sobre las verjas dolorosas del temerario
alzó su voz conciliadora de uniformado.
Pero el demente no estaba llano a dialogar,
disparándole en forma alevosa al Coronel.
Hirió su rostro parlamentario el día aquel,
parapetado en los hijos de su triste hogar.
Fue así, que el Coronel Arrué a la gloria subió
de su respetada y prestigiosa Institución,
coronándose Mártir por su ejemplar acción,
que Chillán y todo Chile, en su tumba lloró.
Mas, no olvidéis a tus héroes, ¡Carabineros!
que la vida entregan por el hermano inocente,
enfrentándose sin temores al delincuente
con la valentía intransable de un caballero.
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