viernes, 27 de agosto de 2010

MINEROS DEL MILAGRO

LOS MINEROS DEL MILAGRO.

El cielo, muros y suelo se tornó
como una boca de lobo traicionera.
La luna argenta su imagen rehuyó
en el fondo de una negra ratonera.
Setecientos metros de dolor minero
apresaban a guerreros del trabajo.
Las mancornas y soportes traicioneros
se vinieron en segundos guarda abajo.
Miles de rocas y penas minerales
en la entraña de la tierra se quedaron
esperando los milagros siderales,
esperando a sus patrones, que callaron
la tragedia, como viles criminales.
Otros políticos de nombres ilustres,
aprovecharon la desgracia minera
y su dolor, para elevar las encuestas
de su nefasta gestión politiquera.
Mas, la esperanza se hizo corazón
en el fondo de la mina San José;
y afuera las familias, sin patrón,
se agruparon en rededor de su fe.
Eran treinta y tres los hombres atrapados
en las fauces de empresarios carniceros,
que lucraban sus bolsillos, atestados
con ganancias de los técnicos y obreros.
Hombres de cobre, sudorosos de cobre,
curtidos de mil plegarias a sus dioses,
henchidos del fatalismo de hombre pobre,
roncos en ¡Viva Chile! a grandes voces.
Son jóvenes de esfuerzos sobrehumanos.
Son hombres veteranos en el trabajo;
hijos, esposos, padres, primos y hermanos
unidos en milagro, allá…, más abajo,
donde sólo sobrevive el baqueano,
el astuto, el imprudente, el desafiante,
el aguerrido, tenaz o el inhumano
ignorando toda lógica infartante.
Sus mujeres con su prole generosa
los aguardan sin moverse ni un momento,
con la fe inquebrantable, como la roca
que impide su rescate, en el campamento.
¡Dios mío!.., ¡dadme fe, fuerzas y esperanzas..!
La constancia de las familias sufridas
le dieron nombre al campamento "Esperanza".
Esperando…, rogando verlos con vida,
esperando verlos salir…,suplicando…
suplicando noches eternas…, silentes,
frías como témpanos de alma y espanto,
largamente frías, tristes, pero valientes.
Treinta y tres mineros rudos, avezados
y ejemplares, descendieron al trabajo
sin pensar en las desgracias del pasado,
sin saber, que pasaría más abajo.
Verdes racimos de rocas minerales
con sus vetas milenarias atraparon
a los bravos entre sus fríos metales,
pero nunca sus flaquezas asomaron.
Casi setecientos metros traicioneros
le tendieron una cárcel verde y negra.
Como la suerte de los viejos mineros…
cuando no tienen ni mujeres…ni suegras…
A casi setecientos metros del beso
de la madre, de los hijos…, su mujer
o su pareja…, los hombres están presos,
mas, con la fe presente en su amado ser.
Pasan los días y noches lentamente
como una carreta de bueyes overos,
esperando el eco de una voz doliente
llamando a voces a su querer minero.
Máquinas de punta, máquinas modernas
llegan castigando a las rocas inertes,
que le han cerrado las negras cavernas
sentenciándolos a una segura muerte.
Van taladrando sin descanso, la roca,
otros mineros, tan héroes como ellos.
Las horas de las noches se hacen pocas.
Los días eternos y de ausentes dueños.
Las autoridades pierden la fe,
pero sus mujeres jamás. ¡Esperanza
compañeras!, ¡están vivos..!, yo lo sé…
Es el grito entre mil rezos y alabanzas.
Es el canto de sus madres, de sus hijos,
y esposas que amanecen en las carpas
soñando milagros del negro rendijo
que hasta a los más valerosos infarta.
Los taladros giran…, rotan…, incesantes.
Rompen…,pican con ánimo portentoso,
paso tras paso, firmes como un infante…
directos al nivel preciso del foso.
Diez, once, doce, días y noches…trece…
error...y vuelta a taladrar sin demora.
catorce, quince… dieciséis…diecisiete…
¡Viva Chile mierda!...por fin llegó la hora…
Amarrado…contra todo subterfugio
venía el mensaje en rojo concluyente
e inmortal : - “estamos bien en el refugio
los treinta y tres” - . Y se alborota la gente
en un grito de alegría nacional.
Estaban vivos los treinta y tres mineros,
bajo miles de rocas… sin alimentos…
Y preguntando por otros compañeros
dejan de lado sus propios sentimientos.
Los treinta y tres… vencieron la roca dura
haciendo el milagro del bicentenario,
están de pie, demostrando su bravura,
en un foso más terrible que un calvario.
Una carta del más puro sentimiento
del polizón “Navegao” a su mujer,
hacia llorar a todo el campamento
y a compañeros que confiaban en él.
-“Gracias Mario Gómez, gracias gran amigo
confiábamos en tu experiencia y valor”.
Decían sus compañeros y testigos
en el campamento del frío y calor.
Lily mostraba orgullosa la misiva
a Chile entero, que la escuchó admirando
el valor de los mineros de la vida.

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