martes, 17 de noviembre de 2009

BOCETOS DE PAILLACO

Paillaco del huaso bravo. (2008)

Pueblo de cerezos, de los cerezos más bellos
que perfuman patios entre cercos de madero.
Donde hacen la chicha que te encrespa los cabellos
del mapuche, del huaso y del patrón altanero.
Veo tus calles dormidas, acunando carretones.
Los pingos de razas amansados por muchachos
son presos de sus riendas cerca de portalones
que permiten la entrada solamente a los machos.
Tus rucas de siglos no resistieron los años
y emigraron las machi al interior de los cerros
donde mi progreso no les haga tanto daño
y vivan tan libres como sus propios becerros.
Las casas de tejuelas de alerce rojinegra,
tingladas en pino y orladas de zarzamora,
donde viven mis hermanos, mi novia y mi suegra.
Donde el roto baja al pueblo en busca de camorra.
Los más pudientes cambiaron la madera noble
por lozas de cemento, vidrios y piedras finas,
con puertas de oregón y ventanales de roble,
tapiz de muro a muro y mármol en las cocinas.
Tu cielo limpio florece el verdor de tus cerros
donde cazaban guanacos, los años aquellos,
recios mapuches con una jauría de perros
descalzos por las cumbres aguantando el resuello.
Paillaco del huaso que nació del puma, y barro,
del monte, del río; de cóndores milenarios,
de copihues rojos, de indómitos Araucanos,
y del hidalgo español que elevó campanarios.
Paillaco de los huasos bravos para el trabajo,...
para amar mujeres, a las mujeres más finas
y ganárselas sin importarles un carajo,
si es rica, pobre, altanera, viuda o la vecina.
De tantos romances, la vieja plaza es testigo
y la Iglesia con azahares, velos y arroz
unió matrimonios, que como buenos amigos
vivieron un siglo, hasta que se los llevó Dios.
¡Ese es mi pueblo mierda!,...¡bravo como ninguno!
Es mi pueblo lleno de encantos y de misterios.
De carretas, caballos, remolacha y vacuno.
Del roto alegre y patrones afables y serios.
Paillaco de aceras surcadas de pies desnudos
corriendo tras cometas que danzan en el cielo.
De quiltros bravos, que son de todos,...y ninguno,...
cuidando todas las casas, ya de nietos o abuelos.
De cien diluvio caídos en pleno verano.
Que no le temen a la escarcha en el mes de Junio
y siguen retando a la tierra en un mano a mano
venciendo mil temporales y al infortunio.
Paillaco del huaso bruto para el trabajo,
que ha plantado cien mil hectáreas de pino
y ha recorrido quebradas de arriba a bajo
ya buscando frutos silvestres como un felino,
ya rastreando cóndores o pumas esquivos
arriba de la codillera de nieve eterna
donde sólo el baqueano, pero bien sufrido,
sobrevive durmiendo en tempestad o caverna.
Paillaco del huaso bravo para los combos.
No se le achica a nadie en ramadas dieciocheras.
Se hecha las penas de amores directo al hombro
y sigue buscando después de una borrachera
otra moza que le acompañe por este mundo
unida a su cincha tricolor, como una cuerda,
para brindarles por siempre su querer de fundo.
¡Así es el huaso bravo!..¡Así es Paillaco mierda!

Un amor bendito. (2008)

Este amor está bendito desde el cielo.
Este amor,... sólo tendrá su fin mejor.
En Paillaco cuando niño fue un consuelo
el conocerte y declararte mi amor...
Entre cánticos de gorriones dorados
recorrí tus primaveras, tus colinas;
disfrazado de poeta enamorado
declamando ilusiones en las cantinas.
Tan extraño como el dorado gorrión
me veían tus paisanos Paillaquinos,
escuchando mi cantar de polizón
en las alas de gorriones peregrinos.
Los viandantes que poblaban tus aceras
saludaban con solemne autoridad,
levantando por un lado la chistera,
murmurando por el otro “su verdad.”
Que me importan las verdades que imaginan
si yo tengo por verdad todo mi amor.
En mi alma sólo versos se germinan
pregonando mi alegría sin dolor.
En el cielo se avecina una tormenta
y en mi alma mil recuerdos de pasión
donde siento los aromas de la menta
que serenan el latir del corazón.
Esa lluvia de verano calurosa
me recuerdan la hermosura de un amor
que tenía la carita de una rosa
y una piedra en mitad del corazón.
Cuando vuelva por tus calles, por caprichos
que me vienen con los años, sin saber,
¿qué habrá sido de promesas y tus dichos
que jurasteis en el tiempo mantener..?
Tú sabrás que mi pasión fue verdadera
si me ves por tu vereda caminar
y luciendo el crucifico que me dieras
al sellar eternamente nuestro amar.

Mi pueblo amado. (2008)

Paillaco, mi pueblo amado
la nostalgia me fatiga.
Ya volveré a tus sembrados
de remolacha y espiga.
Era la gringuita hermosa.
que todos la pretendían,
pero a Marlys ni una rosa,
ni mil versos la encendían,
Y recorrí toda loma
tras el favor de su mano,
mas ni el estero La Toma
me saciaba aquel veranos
la sed que me atormentaba
por tantas indiferencias
del amor que me negaba
mas, no perdí la conciencia
y con paciencia de chino
esperé el mejor momento
y como buen Paillaquino
me la gané con un cuento...
El Collilelfu me bañó
en sus aguas cristalinas,
que casi me congeló
en nombre de Natalina.
En la plaza me titila
por conquistar más favores,
¡ay! mi adorable Lucila
y sanar mis desamores,
un rayo de luz dorado
que surte a mi corazón
de muchos días soñados
y pecados sin confesión.
Me subí al cerro La Luma
corriendo tras de sus huellas,
pero Elenita y la bruma
me perdieron las estrellas.
Entre Manao y La Peña
de niño busqué horizontes
cargando como cureña
la mitad de aquellos montes.
Paillaco, mi pueblo amado
la nostalgia me ilumina
cuando añoro tus sembrados
de remolacha y espiga,
pero el día soleado
que vuelva para reír
de todo lo que he pasado
buscando mi porvenir.
volaré en cinco segundos
a mi Paillaco querido,
contándole a este mundo
los amores que he tenido.

Mi escuela
Dedicado a la Escuela Nº 12 de Paillaco
“Olegario Morales” (2008)

Hoy te miro tan distante, “querido caserón”,
y sin embargo, no puedo dejar de revivir
mil recreos felices y cimarras sin razón;
amores secretos y caminos sin proseguir.
En tu patio he dejado mi garganta, mis rodillas;
las promesas de crecer, la juventud y mi llanto.
Ilusiones, alegrías y penas que a hurtadillas
divulgué entre los bancos y rimas con mil cantos.
En tus pizarras dibujábamos nuestros sueños.
En tus patios las niñas, soñaban el Edén.
Y en las salas los maestros repetían con empeño
la virtud, el ejemplo, la materia y el bien.
Los recuerdos airados de mi senil profesor,
bañaban mis primaveras como una fontana
mientras trinos melodiosos de un gran ruiseñor
aliviaban penas y fríos de la mañana.
¡Gracias tías!, que tomasteis mi mano infantil
con fuerza de una madre incansable de bondad,
instándome a vivir sin fronteras ni redil
y buscar con juegos inocentes, la verdad.
Por años, con esfuerzos, fui pasando al final,
que no puedo un instante dejar de agradecer
a mi profe de gimnasia, exigente sin igual;
ni a la bella inspectora, que no pudo saber,
que fue el bálsamo hermoso de mi primer amor
y en el último intento de guardarlo...se esfumó.
Si añoro su mirada fulminante de calor,
es secreto inviolable ...para nosotros dos.


El Carbonero. (2008)

De Dollinco a la amanecida
en carretas de bueyes lerdos
a Paillaco bajé, mi vida,
masticando dos mil recuerdos.
Por Manao a media mañana
yo pasé silbando un corrío,
me tomé la chicha de manzana
que pa´ bien había traío.
Treinta sacos de carbón negro
apenitas se asujetaban
por quebradas ´onde mis suegros
en algunas vez nos buscaban.
El Llollelhue me refrescó
con sus riadas cristalinas.
Pa ´ seguir, me lo decía yo,
y encontrarme con Natalina.
Meramente llegué de noche
con mi carga negra y pesada.
Y pensando en tantos derroches
que tendría con mi adorada,
olvidé la ruta indolente
que pasé entre bueyes y carbón,
pa´ traerle a tantaza gente
el esfuerzo ´ e mi profesión.


El regreso del Arriero. (2008)

En el campo solitario
mecía mi triste amor,
liberando aquel dolor
que le disteis a mi calvario.
Como furiosos lebreles
me acechaba tu presencia,
enredando mi conciencia
en los montes de laureles.
Entre alerces y pellines
mi pena eterna escondía
y rezos del Ave María
me cantaban Serafines.
Los robles me cobijaban
en sus enormes ramajes,
pero las bestias salvajes
de los monte me acechaban.
Mas, tu amor me perseguía
en la cima de los cerros
y una jauría de perros
me ladraban noche y día.
Seguro, tú los mandabas
a seguirme por el mundo
sin dejarme ni un segundo
a pensar lo que pensaba.
Mil aromas de claveles
no me dejaba dormir
pensando que a mi vivir
le faltaban beso y mieles.
Arriba del hielo eterno
soledad nunca encontré,
porque siempre recordé
tus besos en ese invierno.
Caminé dos largos meses
para llegar a tu puerta
negando una pena cierta
entre los riscos y reses.
Aquí me tienes ahora
esperando tu pasión
ante el humilde fogón...
que nos cobija esta aurora.


Nacimiento en el Sur ( 2009 )

Por fin llegó la niñita
como luz de un claro día,
trayendo mucha alegría
porque nació muy sanita.
Con ésta, ya tienen dos:
una niñita y un hijo,
y besando un crucifijo
le dan las gracias a Dios.
Feliz miraba un compadre
a la hermosa creatura
que ha nacido por ventura
tan igualita a su madre.
Los ojos de la niñita
perecen un claro cielo,
y lo rubio de su pelo
resalta más su carita.
Su boquita de manzana,
ya quisiera decir algo
de su padre tan hidalgo
y su madre tan lozana.
O de su abuela elegante,
más feliz que un dieciocho.
O de su tatita chocho
con un babero flamante,
que al punto fue para un fundo
a buscarse un cordero,
se lo comieron entero
como si acabara el mundo.
Y tomando vitamina
de manzana fermentada.
no les quedó ni ensalada
ni huesos en la cocina.
Aparecieron parientes
que nunca se habían visto
alabando a Jesucristo
por la sobrina presente.
Otros que ni conocían
los padres de la bebé,
se tomaban hasta el té
y cuanto pillaban comían.
En el Sur todo invitado
bolsero y paracaidista,
se atiende como un artista
en nombre del festejado.
En medio del zapateo
¡Ay!, que se armó a media noche
la niña volcó su coche
para frenar el bolseo.
Jesús, María y José
dijeron los enfiestados,
y salieron apurados
buscando otro tentempié.
Por fin descansó la guagua
en los brazos de mamá,
y ya no se supo más
de los que ven bajo el agua.
Dos rosas color cereza
en su carita posaron,
que como besos quedaron
festejando a la princesa.

Paillaco triste. (1973)

Calles tristes y silentes
no negaban mi pesar
que sufrí al regresar
a este pueblo indolente.
No pude verte mi vida
en la enorme soledad
que dejaste, de verdad,
con tu bendita partida.
Jamás tendré compañía
como aquella que me dabas
cuando conmigo rezabas
a nuestra Virgen María.
“Pueblo chico infierno grande”
me decían las vecinas
pero, yo ni en las cantinas
ni el la cima de los Andes
pude olvidarte mi amor,
y seguir por mi camino
buscando otro destino
con menos frío y dolor.
Paillaco me adormeció
en sus calles somnolientas
cuando buscaba a tientas
la dicha que tuve yo.
Los campos llenos de trigo
nos veían los veranos
enlazados de las manos
como dos buenos amigos.
Frente a la vieja estación
tan vieja como mi amor,
busqué en vano tu calor
que tuve en una ocasión.
De verdades y secretos
la plaza fue mi testigo
y los sueños que bendigo
no vieron hijos o nietos.
De Paillaco y sus caminos;
tu ególatra y dulce amor,
recuerdo sólo el dolor
que disteis a mi destino.


La Linda Peuca. (1970)

Por las calles va la Linda Peuca de Paillaco
con diez faldas y garrote persiguiendo duendes,
vagando por las aceras con un perro flaco
y una estela de pobrezas traídas desde allende.
Dicen las malas lengua que hermosa era.
Linda Profesora, enamorada de un señor
que la abandonó hace ya tantas primaveras,
con ilusiones en el alma y un gran dolor.
Más de treinta años con su agónico amor a cuestas
durmiendo entre perros famélicos y tiñosos
que le brindan más cuidados que aquel mala testa
que abandonó a su amada en un día quejumbroso,
volando para siempre su cordura de maestra
por entre las calles polvorientas de miserias.
Llevando amenazante un bastón sobre su diestra
golpea la demente, desamor y difteria.
La bella maestra que educó a tanto chiquillo
ahora los sigue a bastonazos por la calle.
Esa bella y sabia, tan alegre como un grillo,
hoy es loca y fea, desprovista de su talle...

1 comentario:

  1. Viví en Paillaco cuando tenía yo cuatro años. Y recuerdo a la "linda peuca", que pasaba por la acera de enfrente de mi casa, con una varilla en su mano y murmurando incoherencias. Es uno de mis pocos recuerdos de aquella época de mi vida.
    Ya de adulto, por alguna razón hablé con mi madre y le pregunté por la "linda pauca". Ella no la recordaba, quizá la había olvidado o simplemente nunca supo de ella. En realidad, yo creo que los niños la veíamos más, con algo de miedo, pues a nuestro entender, era una bruja.
    Hasta que un día puse en "google" "la linda peuca". ¡Y la encontré! Encontré este hermoso poema que simplemente me emocionó, y descubrí a este poeta, Heraldo Aracel. ¡Y empecé a leer este y otros poemas que ha publicado aquí!
    Gran poema, "La Linda Peuca" (me recuerda la canción "Penélope"). Hermosos poemas los de Heraldo, y él, un gran poeta.
    Saludos:
    HUGO TEILLIER NAZAL

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