jueves, 31 de marzo de 2011

EL CHANCHO QUE DA MANTECA

El chancho que da manteca

Un chancho de fantasía
que boyaba de tocinos,
cuando manteca tenía
le sobraban los amigos.
La familia le bullía
y parientes por montones;
cuñados primos, mil tías
y sobrinos regalones.
Llegaban grandes amigos
que le sobaban el lomo,
poniendo a Dios por testigo
-“por ti bebo, por ti como”-
El chancho que da manteca
vive tiempos de bonanzas,
bailan con el hasta cueca
si es que les llena la panza.
El chanco que da manteca,
tiene a todos en su falda;
pero si un día se enflaca,
muchos le vuelven la espalda.
Amparando a tanta gente,
hizo varios enemigos,
y los buenos, de repente,
fueron su peor testigo.
Hoy día le pasó a él,
mañana te toca a ti.
No existe el amigo fiel,
cuando acaba el chacolí.
Aquellos que están comiendo
contigo en el mismo plato,
de a poco se irán corriendo,
echando mil garabatos.
Así sabrás a su hora
lo que sintió el otro gaucho,
cuando te encuentres a solas,
sin plata, chicha ni chancho.

miércoles, 30 de marzo de 2011

EL REGRESO DE LOS INCAS

EL REGRESO DE LOS INCAS

Como hombre y dios divino
sometió el inca cuzqueño,
largos siglos de dominio
al fin del mundo sureño.
Cruzó por el gran desierto,
por las playas y quebradas;
por cumbres de nieve y viento,
sin cruces, santos ni espadas.
Sobre tierras vegetales
impuso la corona inca
entre rutas minerales
mucho, mucho antes que el huinca.
Manco Capac, quedó atrás
recordando el Huatanay,
sabiendo que ya jamás
volvería a ser igual
a cuando subió su pueblo
al cerro Huanacaurí,
a domar su arisco suelo
y fundar el Cuzco allí.
Varios siglos posteriores,
por rutas ya recorridas
por antiguos señoriales,
llegaron con fe curtida
en modernas catedrales,
a plazas o conventillos
hirsutos de cocinerías
insalubres y hartas de pillos,
a vender sus fruslerías.
Viajaban como limeños
buscando un pobre sustento,
lejos del dios cuzqueño
y su dominio portento.
No traían minerales
los hijos de Pachamama,
ni coronas siderales,
ni reyes de larga fama.
Sólo miserias dejadas
por virreyes castellanos;
sólo mujeres vejadas
por ilustres y villanos.
Otros traían sus manos
colmadas de orgullo incaico,
y al revés de sus hermanos,
fueron hombres de trabajo.