sábado, 10 de enero de 2015

CUENTOS CORTOS

LA ESTRELLA FUGAZ
         

Después de la guerra del Pacífico se presentó la necesidad de poblar con chilenos los pequeños pueblos y caletas nortinas. Unos para usufructuar del trabajo de las guaneras y otros para rasgar la tierra en busca del caliche y otros minerales en menor cantidad. Muchos se ilusionaban con riquezas que jamás les llegaron porque iban a parar a manos de las poderosas Compañía mineras extranjeras que aportaban los primeros dólares para comenzar la explotación. Al poco tiempo  los multiplicaban por miles debido a los miserables pagos a sus trabajadores. Estos miserables, luego de un para de meses, se daban cuenta del engaño al que habían sido sometidos, pasando de pobres obreros a despreciados indigentes trabajando por la comida y un albergue miserable en medio de la chusca y el abandono. Doblegados por los abusos de los Capataces. Estos individuos eran una especie de  patrones, jueces y  policías dentro de las Oficinas Salitreras. Estaban tan alejados de la Capital que era imposible volver, primero por el costo de los pasajes y porque normalmente los medios de transporte también eran de sus patrones  o tenían alguna relación con los dueños de las Compañías. En esas condiciones seguían por años desangrándose en la miseria sin poder relatar la falsedad de los ilusorios beneficios que pregonaban los reclutadores de mano de obra para “enganchar”, a veces a familias enteras en la aventura de hacerse millonario con la extracción del “oro blanco”.
Por las pequeñas aldeas polvorientas al Norte de Santiago,  continuamente pasaban caminantes o  comerciantes que se robaban a niños pequeños para criarlos como ayudantes de dudosas  profesiones o eran vendidos a los dueños de las calicheras del Norte Grande. Los Capataces pagaban muy buen precio por ellos, sabiendo que a futuro tendrían un aliado incondicional, un trabajador  apegado a su voluntad, muchas veces equivocando su esclavitud como una forma de eterna gratitud a su benefactor.
Falto de toda noción de las escasas  garantías laborales que reinaban en las salitreras  pampinas, pasaba a ser el guardián  más leal de su patrón, el que velaría por su seguridad contándole todos los asomos de insurgencia entre los descontentos obreros.
Sin documentos ni persona alguna que velara por sus derechos, estos embrutecidos calicheros  se rendían a su protector como si fuera el amo del mundo.
Al atardecer de un día de verano, uno de estos  cachivacheros al pasar por un pequeño poblado vio la riña de unos muchachos en un sitio a un costado del poblado. Al instante se percató que uno de ellos tenía mucho ímpetu para defenderse.  Se acercó al grupo y estos se disolvieron quedando el niño más alto solo sentado sobre una roca.
-¿Por qué pelean? – le dijo el hombre.
-No sé- dijo el niño.
-¿Cuántos años tienes?
-Como siete.
-¿Y eres tan alto para tu edad, no me estás mintiendo?
-Mi papá es muy grande.
-Te quieres ganar unas monedas de plata? – le dijo el hombre.
-Si.
-Necesito  saber donde puedo comer y dormir.
-Yo sé.
-Llévame y te pago.
- Ya…
- Para que tome confianza le pasó dos monedas de peso que brillaban como el oro bajo las primeras estrellas.
El niño las tomó y las llevó apretadas a su mano izquierda.
-¿Quieres subir a caballo para que no te canses? – le dijo el hombre
-Bueno - dijo en niño.
Lo tomó de la mano derecha y le puso el pie del estribo para que el niño lo usara de peldaño. De  un tirón quedó  montado en la grupa del corcel, entre alforjas y frascos de diferentes olores y tamaños.
-Afírmate bien - le dijo - que este caballo es medio chúcaro cuando montan dos en su lomo.
 En cuanto sintió que el niño estaba asido a la montura, lo tomó de un lazo que hacía las veces de cinturón del pantalón del niño y  emprendió una veloz carrera hacia las afueras del pueblo. Ya muy retirado en medio de la soledad el niño le pedía que por favor lo regresara a su casa, pero en vez de acceder, le propinó una tunda con la fusta con que golpeaba al caballo para sacarle más rapidez.
El niño muy asustado y temeroso  de otro castigo terminó por continuar el viaje llorando calladamente todo el camino.
A los dos días de cabalgata se encontraron en un desierto interminable pero el hombre seguía viajando, sólo deteniéndose para comer algo y beber un poco de agua. En la noche lo amarraba junto al caballo que al menor movimiento del niño  relinchaba despertando al hombre. Este, comprobaba las ataduras y si habían indicios que hubo intención de soltarse, le propinaba un par de correazos, reapretando  los nudos aún más fuertes que los ya existentes.
En la tercera noche el hombre se apeó del caballo para revisar el lugar en donde pasarían la noche. Confiado que el muchacho no sabía en donde se encontraba y le sería imposible escapar, el hombre empezó a preparar una especie de nido para pernoctar. Estaba en esos menesteres  cuando una estrella fugaz  pasa iluminando el cielo y  parece caer muy cerca de ellos.  El caballo se espanta y sale en una loca carrera con el niño pegado como lapa a la montura.
Varios kilómetros más adelante se detiene el caballo al límite de sus fuerzas y sigue caminando con mucha dificultad.



El niño se amarró como pudo al corcel y se dejó llevar con toda calma por el infinito desierto hasta que se quedó dormido de cansancio.
Con las primeras luces despertó el muchacho y buscó  algún lugar en donde poder  atar al caballo y descansar. A lo lejos vio unos montículos y guió al caballo sin apresurarlo, porque tenía miedo que nuevamente comenzara otra loca carrera.
Al llegar al lugar se percató que varios círculos de piedras blancas iban amontonándose unos sobre los otros, formando un pequeño cerro que  a la distancia parecía un solo montículo.
Alrededor de las piedras encontró una planta verdosa con hojas gruesas y espinosas encerradas en una especie de caverna de piedras de colores.  Amarró el corcel sujetando las correas de las bridas bajo una enorme piedra,  tomó unas hojas y se las dio de comer al caballo. El animal las mordisqueó y le escurrieron unas gotas por el  hocico.
Esperó un momento y también empezó a mordisquearlas encontrándolas dulces y jugosas, aunque un poco ásperas. después buscó una sombra entre los enorme peñascos.
Nuevamente el sueño lo venció y se quedó totalmente dormido despertando con el Sol que se perdía en un  horizonte  rojo y distante.
De pronto una estrella marca su ruta en el cielo y termina su brillante carrera cerca del lugar en donde estaba el caballo que nuevamente sale disparado por el infinito desierto.
En el lugar donde cayó la supuesta estrella se iluminó como si la cometa se hubiese repartido en muchos pedacitos de luces azulinas apenas perceptible.
Tímidamente el muchacho  se acercó y tomó la más brillante. Era una hermosa piedra con  forma de huevo de codorniz y con un brillo que se hizo más fuerte al contacto de sus manos. El niño se imaginó que era un hermoso metal y lo empezó a contemplar con mucha alegría.
-Si pudiera enseñar este metal a mi padre seguro que sabía lo que es  y  me daría un premio por entregárselo,  como me gustaría estar con ellos- dijo.
En ese momento se encontró en medio de la modesta casa iluminada por la piedra.
Sus padres despertaron con la luminosidad que inundaba su habitación contemplando con horror la visón de su hijo sosteniendo una luz que parecía venir de cien candelabros.
Debido a que el niño había desaparecido hacía varios días, creyeron que era su espíritu el que volvía del más allá.
Sólo se calmaron cuando el niño le acercó la piedra a su padre y le explicó en un desordenado relato todo lo que había pasado hasta encontrar la piedra.
Después de mucho analizar la piedra que se mantenía con una luz blanquísima, el padre  sospechó que debería ser una piedra mágica que concedía deseos.
-Quiero que tengamos mucha comida y los mejores vinos de la región- murmuró, como haciendo una prueba para verificar sus sospechas, obviamente deseando lo más básicos de sus necesidades.
Al instante la casa se llenó de todo tipo de meriendas. Con esfuerzos pudieron salir de la habitación para darle cabida a los exquisitos  manjares, carnes de todo tipo y una hermosa colección de vinos.

Se quedaron mirando asombrados  y más de alguno debe haber pensado cómo iban a consumir toda esa cantidad de comida.
Todos tenían diferentes conjeturas y por fin el padre le preguntó al niño si en aquel lugar había más de las mismas piedras.
-Creo que sí dijo el niño, porque estaba todo tan iluminado,...y la estrella se rompió en varios pedazos.
-Ya sé, siempre las cosas mágicas conceden tres deseos y tú ya pediste el primero - le dijo la madre al hijo - y tú pediste  el segundo - le dijo al marido - tenemos que pensar en el tercero...
-Dime como es el lugar y lo encontraré - le aseguró el padre al niño.
Pero después de sacar cuentas de distancias y caminos indicados por el niño no recordó ningún lugar que coincidiera con esas características.
-Finalmente la madre le  propone -   “ podrías pedirle a la piedra volver al mismo lugar y traer varias piedras y con ellas viviríamos como reyes”
-¡Buena idea!-  dijo el hombre y le pidió a la piedra volverlo al lugar en donde el niño la había encontrado.
Al instante el padre desapareció  quedando la madre y el hijo en medio de la oscuridad rodeada de alimentos y la esperanza de volverlo a ver con muchas piedras brillantes  para vivir en la opulencia y felicidad.
Pasaron los días y  no pudieron consumir todos los alimentos antes que se descompusieran por completo,  quedaron nuevamente en la más completa soledad y pobreza sin que apareciera el esposo y padre para llenarlos de riquezas.

Muchos años más tarde, dicen los viajeros, que se encuentra camino a Baquedano un anciano demente que toma las piedras en forma de huevo,  las examina y después las eleva hacia las primeras estrellas de la noche como haciendo un rito eterno y reiterativo. Las vuelve a revisar con tristeza y las deja en su lugar siguiendo un camino interminable hacia las sombras de las noches  nortinas en medio de un eterno desierto.
  

JESÚS  Y LA NIÑA

Desde muy pequeña, la niña jamás se durmió, mientras no rezara unas oraciones enseñadas por una abuela muy cristiana.
No importaba a la hora que se acostara, siempre repetía sus rezos.
Cuando entró al Colegio le sumó el Padre Nuestro.
Siempre estaba pendiente de no realizar nada que pueda ofender a Cristo.
Una mañana,  la primera semana de clases del primero básico, no dejó que la madre la tomara por la mano derecha.
-Pásate para el otro lado mamá – le dijo.
-¿Por qué? - le consultó la madre.
-Porque hoy me levanté con Jesús y él me lleva tomada de esta mano...


PICHILINGUE

-¿Cómo se llama señor pintor? –pregunta el niño.
-Pichelingue.
-¿De dónde viene?
-Del Norte del Perú.
-¿No lo molestan por ser peruano?
-A la Plaza de Armas la gente viene a apreciar el arte, no a insultar.
-No me gustaría que lo traten mal, porque pinta bonito y si lo insultan tendría que irse.
-A mí me gusta Chile, llevo diecisiete años acá.  Por  un insulto no me iré,  es como mi país.
-Que bueno, ¿entonces lo volveré a ver?
-Seguro que sí.
-Entonces otro día vuelvo,  adiós Pichilingue.
-Adiós, hermano chileno.


ASILADA EN EL SAN JOSE

Operaron a su hijo de 20 años en el San José. Ella no podía entrar a cuidarlo, sólo unos minutos en horarios de visita.
Como digna mapuche, se asiló en la sala de espera por tres días.
Un completo y dos sopaipillas con mostaza era su dieta diaria.
Con tanto rezo al Cristo,  al tercer día salió caminado con su hijo casi sano.
El Hospital había hecho un excelente trabajo y ya no importaban las restricciones.
En casa tendría todo el tiempo para seguir cuidándolo y preparándole cosas ricas.


COMPRANDO AMISTAD

La abuela de 90 años, iba  a visitar sus amistades.
-Cuando uno llega a vieja debe pagar para mantener las amigas, si no quiere morir vieja y sola. Por ese llevo siempre un engañito, para que me reciban bien – me dijo.
-Tiene razón abuela - en la juventud las amistades llegan solas y no es necesario un regalo para llenarse de alegría y comenzar una fiesta.
-A los viejos un presente es como llevarles un día más de vida y eso hago yo mi niño- me dijo y siguió su lento caminar, sin bastón y  sin lentes, sólo apoyada en su arrugado envoltorio bajo el brazo.


EL CARRO DE SUPERMERCADO

El destartalado carro de supermercado le servía de apoyo y vitrina para exhibir su pobre mercancía entre los puestos de la Feria, frente a la ex FISA.
Un par de cajetillas de cigarros, unos paquetes de calugas, mentitas y pañuelos desechables,  formaban su pequeño Mall ambulante.
Con su disfonía apenas perceptible entre el murmullo de la gente,  su pregón, más parecía una súplica.
En una década no había aumentado más de tres  artículos sobre su carro.
Pero sí,  los años le habían pasado la cuenta, haciéndola más gorda, más lenta, más ronca, más pobre y más vieja.


EDUCACIÓN EN EL SUELO

Los festivos, desde Plaza de Maipú, los trenes salen casi vacíos. Yo tomé un asiento.
En la estación Barranca  sube un muchacho y se sienta en el piso, encima del letrero que advertía no hacerlo para evitar accidentes.
Me levanté y le dije que tomara mi asiento, aún, cuando habían varios desocupados. Con cara de poco amigo me respondió:
-Estoy leyendo y aquí no tengo que cederle el asiento a ninguna vieja…, gorda…
No tuve argumentos para revertir su irreverencia y mala educación que estaba por el suelo.
Y avergonzado volví a tomar mi asiento de caballero.

LA BOMBA

-¿A dónde va?
-A la Escuela Militar.
-¿Supo la noticia del Alférez muerto?
-Sí, le cuento una historia.
En las unidades del Ejército, es tradición recibir a los nuevos con una cena y una bomba, (un jarrón de dos litros con una mezcolanza de varios licores)
Uno de los dos recién llegado se negó a beberlo.
-Si no respeta nuestras tradiciones, lo doy de baja – dijo el Coronel.
-Aún, así no beberé.
Y Fue dado de baja, perdiendo largos años de estudio.
El otro Alférez  murió intoxicado.
Al brebaje le habían agregado pólvora.

El que se negó…, fui yo.






EL NUEVO

-¿Quién es El Nuevo?  - preguntaron algunos en la sala.
-Es un huaso de  Reumén – contestó otro.
Comenzó la clase de canto y el Profesor  hizo salir a un alumno a cantar la canción de Los tres Alpinos.
-Muy bien, tiene un siete acumulativo – le dijo, antes que terminara esa monótona melodía. Y lo mandó a su asiento. Miró a varios y al final llamó a Cutrón. Le indicó cantar cualquier canción que supiera.
Empezó un cuchicheo y risas de varios compañeros que estaban atentos a todos los movimientos del Nuevo.
-No sé cantar – dijo  Cutrón.
-No le he preguntado si sabe cantar, le dije que cante cualquier canción que sepa, el himno de su pueblo, la Canción Nacional, etc.
-No sé cantar – volvió a contestar.
-Si no canta le pongo un  uno  en el libro – le dijo el Profesor.
-No sé cantar – insistió.
-Tome asiento...tiene un uno- dijo el Profesor, ya irritado.
-Pero no canté – repitió el niño  y se fue sonriendo a su asiento.
-¡No conteste jovencito!
-No puede hacerme cantar, sólo para que mis compañeros se burlen de mí.
- No se trata de hacerlo pasar una vergüenza, es para que se acostumbre a desenvolverse en público.
-¿Haciendo el ridículo?, por lo  menos podía haber esperado que los compañeros me conozcan o consultarme si quería cantar.
- Aquí,  no está para ser consultado si quiere o no quiere participar en clase.
­-¡Señor!, coloque la nota, pero no le daré el gusto de ponerme en ridículo. En otros ramos tendré mejores notas,...como no pretendo ser cantante, no me interesa saber tanta música –y se sentó.
El profesor colocó la nota, rojo de ira, pero no continuó el diálogo.
Los pupitres eran bancas para tres alumnos y a él le correspondía el asiento de en medio entre una alumna y un niño con cara de buen amigo.
Siguió la clase en donde los otros alumnos interpretaron la misma canción chilota, que,  aunque monótona, tenía una melodía fácil y pegajosa.
Mientras los demás cantaban para ser ubicados en varios grupos de acuerdo a su timbre de voz, Cutrón  dialogó animadamente con su compañera de  banco. En el recreo siguieron hablando.
La próxima clase era de historia, ahí demostró amplios conocimientos y las felicitaciones de la señorita profesora.
En el segundo recreo, se acerca un muchacho de un curso superior y le pega un feroz codazo en las costillas  al tiempo que le susurra  -“¿Qué pasa con mi polola huaso de mierda?
Cutrón lo encara pero es tomado por varios compañeros de curso sin poder alcanzarlo.
-Te espero afuera conchetumadre – le gritó.
El aludido se fue raudamente hacia otro patio.
-Quién es ese gueón – preguntó El Nuevo.
-Es el Pololo de la Rut, - le contestó el otro-  es el hijo del Rector...
-Si no me toman igual le habría sacado la cresta – dice el nuevo.
-Tú nos caes bien,  por cagarte al profe  y  no te vamos a dejar pelear  dentro del Liceo porque el Director te va a echar cagando y al Franco, no le va a pasar nada.
-Pero a la salida me lo agarro.
A las 12 : 30 horas estaban todos pendientes de la salida de Franco y Cutrón.
Se fueron  acompañado de algunos compañeros de cada curso. Cutrón caminando rápido hacia una cancha de fútbol  y  Franco  rodeado por muchos compañeros que le iban  dando consejos.
Llegaron a la cancha y se quitaron la chaqueta del uniforme y la corbata.
Franco medía  unos diez centímetros más que Cutrón, 12 kilos más de peso y brazos largos.
Tomaron posición como dos boxeadores, pero Cutrón dio se fue encima sin tomar en cuenta la ridícula posición de su oponente ni su estatura,  tomándolo de la camisa y pegándole cabezazos en la cara.
Franco no esperaba esta reacción y como pudo se soltó tirando patadas.
Se retiró un poco y se tocó la cara y su nariz que sangraba y arremete con puños y patadas que  Cutrón amortiguó  colocando el muslo exterior y pegando golpes directo a la cara con su mano  izquierda, aprovechando que el afán de Franco por pegar patadas, descuidaba su guardia superior.
Pasaron varios minutos en que Franco atacaba y Cutrón retrocedía esquivando las patadas, pero golpeando acertadamente a su oponente.
En un momento de descuido de Franco, Cutrón se volvió a pegar de la camisa de su oponente, pero este lo estaba esperando con pies y manos y se fueron al suelo rodando en el pasto de la cancha. Forcejearon incansablemente por varios minutos. Cutrón le rodeó el cuello con el brazo engarzado con la muñeca de la otra mano, hasta que Franco le soltó para tratar de sacarse la presión de los brazos de su oponente. Cuando Cutrón,  notó que Franco se quedó quieto  dando a entender que se rendía, lo soltó.
Se levantaron,  se sacaron la camisa  y se pudo apreciar la esquelética figura  de Cutrón, bastante menor que la de Franco, pero sus brazos tenían las muestras de una persona acostumbrada a cargar bultos y su estómago marcado por la costumbre de realizar ejercicios para endurecerlo. Además, Franco no sabía que Cutrón era asiduo  a  pelear o entrenarse con varios amigos  jugando  a las luchas libres, imitando malamente a los Tigres del Ring, una serial mejicana de moda en esos años.
Nuevamente comenzó  Cutrón a  colocar su pierna izquierda flexionada  con el muslo exterior amortiguando las patadas de Franco  y  con la mano del mismo lado golpeando de frente la cara de su contrincante.
Uno de los parciales de Franco, lo tomó de un brazo y lo retiró, para salvarlo de la golpiza que estaba recibiendo sin ninguna opción de hacerle daño Al Nuevo, que tenía mucha agilidad y una fuerza brutal, considerando su esquelética humanidad.
-Estás sangrando mucho compadre, no vale la pena seguir – le dijo.
Al parecer  el muchacho estaba esperando que alguien lo ayudara, porque bajó las manos y se dedicó a limpiarse la sangre.
-Otro día nos vemos – le gritó a Cutrón.
-Cuando quieras conchetumadre,  las peleas se ganan con sangre y no te tengo miedo.
Desde ese día El Nuevo  adquirió  fama de peleador y pasó sin darse cuenta a matón  temido por los alumnos de los cursos superiores, que no sabían que él tenía más edad que cualquiera de ellos, porque lo pusieron al colegio con más años de los normales y había repetido ya dos cursos.         


60 MUJERES



60 MUJERES
ARACELY
Te he amado desde el día
que tuve conocimiento.
Te he amado sin medidas,
con todos mis sentimientos.
Te has diluido en el limo
como estrellas en el cielo,
como gajos  en racimo
de galaxias sin destellos.
Sólo tu nombre Aracely
desde mi infancia perdura.
Recuerdo de ti Aracely,
sólo una frágil figura.
Nada para verte aquí,
como una fotografía.
Sólo yo, lloré por ti
con toda la pena mía.
Como ángel, seguramente,
El Señor te ha señalado,
dejándote en el presente
del futuro y del pasado.
¿Quién, me mató la ilusión
y te mató a ti también?,
¿dejándome sólo el dolor,
el dolor a flor de piel?
Tú me seguirás amando,
por lo que te amo yo a ti.
Tal como hermanos,  llorando,
y escribiendo nuestro fin.
Desvanecida en el tiempo
tu loza se va quedando.
Como se apagó tu aliento,
también me voy apagando…

PELUSA TIÉ.
Pelusa, Pelusa Tié
mi compañera de juegos,
yo jamás te olvidaré
aunque pasen cien Eneros.
Esos juegos de verano,
de  “preso o  carabinero”,
bien tomados de las manos
para cuidar prisioneros,
reunía a los chiquillos
de los pueblitos sureños.
A  niños pelo amarillo,
morenitos o trigueños.
Nadie era diferente
chapoteando en los barriales;
hermano, amigo y pariente,
eran toditos iguales.
Esos juegos inocentes,
de cantos, rondas y risas,
divertían a la gente,
sea pobre o sea rica.
Esos juegos infantiles
que recuerdo con cariño
después de tantos abriles
que han pasado desde niño,
me traen a la memoria
a la Pelusita Tié.
La niña de estas historias
y con quien tanto jugué
a la “mamá y al papá”,
a las rondas, a la cuerda,
al luche y la resbalá.
¿Quién sabe, si lo recuerda?
ANA
El primer beso de amor,
fue como en los cuentos de Hada.
Me  descompuso un temblor
al mirarme en su mirada.
Se me subió la vergüenza,
el día se me hizo noche
y hasta el color de sus trenzas
me parecían reproches.
El contacto de sus labios
me trastornó la cabeza,
y me olvidé hasta de Dios
santificado en la Iglesia.
Mis rodillas tiritaron
como varita de Mago,
y mis sesos se escaparon
hasta cerca de Santiago.
Después mis ojos chaquiros
se abrieron como ventanas.
Me susurraron  suspiros
en esa hermosa mañana.
Ella fue la que besó,
y yo el chiquillo besado.
No supe lo que pasó
después del beso indicado.
Cuando me fui de su casa
anduve como mareado,
sin saber ni de mi raza,
ni  lo que había pasado.
Ese beso se quedó
como una Luna  en el cielo.
Así la dejó  mi Dios
para alumbrar mi sendero.

CELIA
El padre,  un degenerado.
La  madre,  una libertina.
Me incitaban al pecado
con Celia, la francolina.
Ingenuo y  medio atondado,
no comprendía el mensaje
de aquellos raros mandados
a recónditos parajes.
Y me incitaba el canalla,
delante de su mujer,
entre serio y entre talla
que debía “proceder”.
Yo, más colgado que un foco,
y más corto que estornudo.
Pensaba: ¿está medio loco,
o el viejo anda  cachudo?
La Celia, que  era mayor,
ya corría entre los cerros,
y comprendía  mejor,
de perrerías y perros.
Menos mal que mi torpeza
no daba para esos trotes.
Dejando carne y rarezas
servidas para otros jotes.
Después el pueblo contaba
pelambres multiplicados,
que entre sus faldas cuidaba.
un huacho degenerado.
Desvanecido el  afán
de cuanto la quise a ella,
la canción de Leo Dan
me recuerda siempre a Celia.
MARLENE
Siempre he mirado hacia arriba
cuando quiero enamorar
y  no me importa, qué diga,
el asiduo a criticar.
Hace días que la miro
con su bolso sobre el hombro.
Hace días que la sigo
espiando sus entornos.
Yo no veo a nadie más
que la siga por las calles.
Sólo yo. Y no soy capaz
de insinuarle ni un detalle.
No se da por enterada
que la sigo tantos días.
Ni siquiera una mirada
de ilusión o fantasía.
No me  atrevo ni  a mirarla
con ojos de pretendiente.
Menos podría abordarla
en una forma evidente.
Es Marlene una ilusión
que me tortura la mente.
¿Cuándo tendría ocasión
un roto allegado a gente?
Si supiera, que me muero
por decirle tantas cosas.
Muchas lunas que la espero
por entre moras y rosas.
Hace días, hace tiempo
que desangro por su amor.
Tantos meses, hace siglos
que me mata este dolor.
NATALI
Natalí se fue jugando
entre calles y rosales,
mientras yo voy admirando
a  plumíferos zorzales.
En su testa  de princesa
sus trencitas van saltando
y en su cara de cereza
margaritas asomando.
Hace días no la veo
y no sé, ya que pensar.
¿Será por el aguacero
que no ha venido a rezar ?
Estoy medio  acurrucado
aguantando el temporal.
Es diluvio desatado,
pero en verano es normal.
Así viven los sureños,
con más lluvia  y poco sol.
Tiempos malos, tiempos buenos.
¡Sufridos, en el amor!
Y yo sigo esperanzado
que termine de llover.
La misa ya ha terminando
y yo sin poderla ver.
Este amor por Natalí
va jugando por los campos
desde el día que la vi
con sus libros en el banco.
Más de  un año a Natalí
yo la quiero, tanto y tanto.
Más de un año soy feliz.
Pero en su ausencia, me espanto.
GABRIELA
La miro como a las diosas
del Olimpo celestial.
La veo como una rosa
del más florido rosal.
Imponente y  elegante
con caminar de señora.
Y ese perfume  fragante
tan propio de profesora.
Me trata como a su hijo
cuando dicta la lección.
Y yo, serio y muy prolijo
escucho con atención.
Son mis notas las mejores
en el ramo de las letras.
Relatos de historiadores
son para mí, como fiestas.
Las artes las voy bebiendo
como un sorbo de elixir.
A Dalí, Picasso, El Greco,
mal los trato de seguir.
Y mi bella profesora
me incentiva con su notas,
sin saber que en cada hora,
me desangro gota a gota.
Ser alumno es una pena
que no me deja pensar.
Y cada clase encadena
las olas de nuestro mar.
No es tanta la diferencia
si lo tengo que decir.
Repetiría,  a conciencia,
para a su lado seguir.
ALICIA.
Nuestras miradas distantes
nos hablaban de mil juegos.
De tonterías de infantes,
de distancias y desvelos.
Yo te seguía y porfiaba.
Tú,  escabullías riendo.
Si las manos te tomaba,
terminabas maldiciendo.
Después tu mirada  triste
me perdonaba de lejos.
Y yo, tu  pequeño   alpiste
te entregaba mi pellejo.
Una sonrisa,  un desprecio.
Un desprecio, una sonrisa.
Yo jugando a macho recio.
Tú, más seria que una misa.
Yo el chiquillo del mandado.
Tú, la  hija de la Patrona,
Yo,  casi petipelado.
Tú,  elegante y ricachona.
Pero nunca rechazaste
el amor que te brindaba.
Si  de noche me besaste,
de día, ni me mirabas.
Eran tiempos de chiquillos,
de pasiones inocentes.
Del machucado membrillo,
del remedo de valiente.
Del jolgorio y el reír.
Del reír como los necios.
Yo me quería morir
después de cada desprecio.
ELENA
Este amor no tiene penas
ni tiempos para olvidar.
El sólo verte,  mi  Elena,
me hace feliz y soñar.
Tus ojitos de esmeralda
alumbran mi porvenir,
y como sol en guirnaldas
tu pelo suele lucir.
Elenita de La Peña,
entre tus brazos suspiro;
feliz que seas mi dueña
cuando en tus ojos me miro.
En los recreos te espero
y charlamos del futuro.
-Pasarán muchos eneros
amándote, ¡te lo juro!-
Y reíamos felices
planificando la vida.
-Tendremos niños –me dices-
cuando mi Dios nos bendiga.
Tú tan rubia, y yo tan flaco
caminando por el campo
entre La Peña y Paillaco,
sabiendo que nos amamos.
Las piedras de los caminos
conocen nuestros secretos,
y las hierbas y los pinos
abonan nuestros barbechos.
En la iglesia de Paillaco
Elena, Elenita,  Elena,
tendremos  un día sacro
al rezar en la novena.
LUCILA
Desde tu casa a la mía
vamos juntos caminando,
soñando mil fantasías,
fantasías de verano.
Y sigo por tu vereda
con mis poemas de amores,
haciendo nidos de greda;
formando versos de flores.
¡Ay, morenita, morena
de ojos negros dormilones!
Tus brazos como cadenas,
encadenan mis pasiones.
Morena, morena linda,
tienes corazón de fuego
y de boquita una guinda
que ha madurado en Enero.
Como poderosa estrella
en mi pizarra titilas,
formando mil primaveras
con  tu figura…Lucila.
Tu risa, tan dulcemente,
me contenta  en la tristeza.
Y en los días vehementes,
quietud,  por naturaleza.
Tus ojitos dormilones
los admiran  los muchachos,
los amigos, los simplones,
los cobardes y los machos.
Eres mi amor, mi Lucila.
El amor de mi niñez.
Amor, amor de mi vida,
la que nunca olvidaré.
MARITZA
Un celo inmenso curtía
a los vecinos del pueblo,
al ver que me preferías,
para su gran desconsuelo.
Imposible que fijaras
tu atención en mi figura.
Si yo no tenía nada
para tu vida futura.
Apenas un pobre diablo
con ínfulas de grandeza…,
sin embargo…, sin embargo…,
no apostaban su cabeza.
Mi labia fluía al viento
como mar encabritado.
Porque irradia sentimientos
cuando estoy enamorado.
Y tú me correspondías
hasta en contra de los cielos;
por sobre las chismerías
que cundían en el pueblo.
Siendo tú de buena clase
y yo un roteque allegado.
¿Quién iba a imaginarse
que te hayas enamorado?
Maritza, sin ton ni son
sonaron nuestras campanas
frente a tu padre gruñón
y tirria de tus hermanas.
Sin embargo…, sin embargo…,
nos amamos tanto y tanto,
aunque con tragos amargos
en medio de nuestro canto.
MIRNA
Voy corriendo tras el sol
esperando la mañana
y a tu cara de rubor
que mire por la ventana.
Como lunita te asomas
con tu uniforme escolar,
con tus trenzas  de corona
y tu blanco delantal.
Me haces  gestos de paciencia,
y que pronto bajarás
con el libro de las ciencias
donde aprendes la verdad.
Y yo espero, sin pensar,
en saberme la lección.
¿Cómo vamos a estudiar
si no piensa el corazón?
El examen ya se acerca
y no aprendo casi nada.
Es mi mente piedra hueca
que la lleno con miradas.
Mirna, Mirna, muchachita,
que me tienes esperando,
esperando tus caricias…
y las ciencias…, ni pa` cuando…
Mirna, escucha las campanas
que van llamando a la misa,
no esperes a tus hermanas
que ya han pasado de prisa.
Si ellas celan nuestro amor
por amarte,  como te amo,
ya tuvieron el honor,
y tú no hiciste reclamos.
RUBY
Ruby, con tu juventud
te vas buscando la Luna,
perdiéndose la virtud
entre sueños y aventuras.
Será como cuentos de Hadas
el sabor de la pristura,
de la tímida mirada
medio esquiva e insegura.
Se te  llenarán los poros
con miedos  y con temblor,
como lo hacían los moros
frente al Cid Campeador.
Y tus cañuelas de niña
como juncos temblarán.
Como pétalos de lirios
mecidos por huracán.
Tus manos de rosas blancas
te tomaré con ternura,
subiéndose  a tu garganta
lo que  ya no es  travesura.
El amor cuando aparece
en ojos de la niñez,
ellos ven lo que parece,
y parece que no ven.
Pero así,  nace el amor
casi ciego como un Juez.
Entre lo amargo y dulzor.
Entre derecho y revés.
La pristura, será así,
como un nimbado solar,
que sentirás  tú, Ruby,
cuando te intente besar.
SONIA VI
Muñequita de mi sala,
muchachita del recreo.
Busco el amor en tu cara
Sonia Vi, cuando te veo.
Muñeca de risos de oro
y grandes ojos azules.
Los guardas como un tesoro
con candados y baúles.
Están en una vitrina
imposible de alcanzar.
Ni en calles ni en mil cantinas,
yo los podría encontrar.
Muñequita Sonia Vi,
tan seria, divina y linda;
es tu sonrisa un rubí
en una boca de guinda.
Sonia Vi, tan menudita
que pareces de cristal,
una preciada joyita
de una sirena inmortal.
Una corona de ortigas
me ceñiría en su honor.
O que mil chismes de intrigas
me desangren la razón.
Sonia Vi,  linda princesa,
lo imposible tú serás.
Porque el amor a la fuerza
no será nunca verdad.
Sonia Vi, mi rubia hermosa
eres tan dulce y lozana.
Tan distante como la Osa…,
pero  sí,  tal vez… mañana…


DORIS
Como a reina de un panal,
el colegio se ha rendido
al delicado cristal
que ha creado el dios Cupido.
Desde el Olimpo distante
llegó la divina flecha
para unir a dos infantes
en mezcolanza mal hecha.
Estacionó por capricho
en un corazón de piedra.
Enroscada  como  un vicho,
y reptando como hiedra.
Entre tu sino y mi sino
hizo amalgama perfecta,
perfecta porque el destino
nos hizo una magra fiesta.
Esos fatídicos ojos
van asaltando mis tiempos,
y aumentando el enojo
de mis fríos sentimientos.
Yo veo otro amor inmenso
que me llena el alma mía,
por eso jamás yo pienso
en esta negra utopía.
Y tú sigues insistiendo
en este amor tan iluso.
No es a ti a quien pretendo
en estos tiempos confusos.
Un amor copa mi mente
más grande que mi razón.
Le   eres indiferente,
en esta vaga ocasión.
ENEENE
Antes de haber conocido
la Plaza de Río Bueno,
estaba como embebido
apretujando tus senos.
Del  baile de media noche
nos fuimos cerca del río.
Yo hacía grandes derroches
de lo que nunca he tenido.
Tapé tus besos ardientes
contra las sombras de un tilo,
escondido de la gente
que auscultaba tus suspiros.
Tus besos fueron testigos
de tu rara idolatría,
buscando entre los tilos,
de lo que nada sabías.
No sé, de por qué razón
nos sentimos atraídos,
si no existió una ocasión,
del habernos conocido.
¿Amor  a primera vista?
¿Amar por primera vez?
Nunca fuisteis  una artista
ni lo serías después.
Entre el río y sus laderas,
nos amamos  al sereno.
Yo escalé por tus caderas
hasta llegar a tus senos.
Después que todo pasó.
Cada cual para su casa.
El amor,  no regresó,
ni a los tilos… ni a la plaza.
MARIANGÉLICA
Pichirropulli dormía,
mientras Paillaco soñaba
con divas de fantasías.
Entre los sotos de pinos
la suerte mía dictaba
los augurios del destino.
Así nació la ternura
como flor en el desierto
y aroma a fruta madura.
Libre como los zorzales
que gorjean en los huertos
y jardines de rosales.
Mariangélica, María
estás creciendo en mi pecho
como bella fantasía.
Voy corriendo por caminos,
entre sembrado y barbecho
para robarte un suspiro.
Y tu gente me recibe
como si fuera del pueblo,
el pueblo donde tú vives.
Lo mismo que yo María,
en mi Paillaco te espero
como luz de un nuevo día.
Mis familiares y amigo
también se ponen contentos,
¡pongo al Cristo de testigo!
Fue un amor de veranos
tan llenos de sentimiento,
entre dos pueblos hermanos.
PATRICIA
Cuando al colegio caminas
con tu amiga de la infancia,
yo me voy a las cantinas
para aumentar mi ignorancia.
Allí te sigo queriendo
entre rayuelas y chichas.
Entre burdeles de infiernos.
Entre pagadas caricias.
Desde lejos nos miramos
viendo los años pasar,
mientras un trío de hermanos
no nos dejan ni acercar.
Y tú sabes que te quiero.
Y tú me quieres también.
Yo seré tu amor primero.
Tú serás mi dulce bien.
Así, nuestro amor de niños
espera que seas mayor.
Mientras tanto mi cariño,
piensa de ti lo mejor.
Tu esclavitud va llorando
como los inviernos fríos,
sobre cálidos veranos
y en las riveras del río.
Así, pasaron los años
esperando y esperando.
A veces te hice más daños,
otras veces te amé tanto.
Nadie  pudo amarte más
que la luz de mi destino.
Mi amor no pasó jamás,
aún siendo tan amigos.
ANAMARÍA.
Para hacerte un corazón
el cuaderno te pedí,
y guardé en tu bolsón
un poema que escribí.
Tú dibujaste dos  signos
representando al amor.
Como no se habían visto,
nos daba la sensación.
Los encontramos tan lindos
como pétalos de flor,
como escritura de Egipto
que descifró Champollión.
Teníamos nuestro idioma
secreto para los dos;
sin acentos, punto y coma.
Como el idioma de Dios.
El curso no se enteró
de nuestro amor en secreto.
Ni la niña que soñó
que yo, fui su amor perfecto.
Para hacerte un corazón
el bolso te lo pedí,
y  pinté con ilusión
un viaje por Tortolí.
En aquella isla italiana
quedaría  nuestro amar,
bañado por mil fontanas,
sin secretos que ocultar.
En nuestro viaje de niño
dibujamos dos siluetas
pintadas de blanco armiño
y sin la clave secreta.
MIRIAM
Practicaba artes marciales
como si fuera un varón,
preparando sus rituales
con fanática adicción.
Yo me quedaba esperando
que termine su gimnasia,
afuera, medio silbando,
en un banco de la plaza.
Era Miriam una atleta
de figura singular,
retirada de las fiestas,
de los tragos y el fumar.
Era Miriam la promesa
seguidora del karate.
Con su cara de muñeca
no aceptaba un disparate.
Si algún celo aparecía,
era mejor escapar.
Ni un toro de Andalucía
se le podría igualar.
Era Miriam divertida,
bonita, seria y leal.
Era amante de la vida,
lo fantástico y real.
Fue su amor de poca data
por su karate y gimnasia.
El soñar era una lata,
y el amor una  falacia.
Aún, así,  la quería
por su radiante figura.
Ella fue la fantasía
que nunca o  siempre perdura.
MONIMÍA
Desde nuestro viejo fuerte,
pedíamos a la Luna,
nos bendiga con su suerte,
con amores y fortunas.
El  río  con sus laderas
serpenteaba por el valle,
y en el fuerte de madera
me acurrucaba en tu talle.
Ese bastión celestino
guardaba nuestros secretos.
que un día fueron divinos
y hoy sólo recuerdos muertos.
Recorrimos tantos prados
dibujando mil pasiones,
dentro del  fuerte gastado
con fantasmas españoles.
La inocencia murió allí,
entre caricias de grandes.
Entre palos de raulí,
sobre las rocas gigantes.
Las luminarias lejanas
iluminaban, apenas,
nuestras silueta cristiana
sin crucifijo y cadena.
¡Ay, que recuerdos lejanos,
tan presentes en mi vida!
Eran tiempos de veranos,
de besos a la deriva.
El cariño que  te di
con mi juvenil pasión,
jamás  se olvidó de ti
en medio siglo de adiós.
ROSA
Del jardín de mis amores,
es mi rosa preferida.
La más linda de las flores
y alegría de mi vida.
Me acelera el corazón
cada vez que ella me mira,
y sin dar explicación,
me abandona enseguida.
¡Ay,  Rosita de mi amor
yo te quiero más que a nadie!
Y no sé por qué razón
me atormentas con desaires.
Vas de mi mano tomada
con esa piel,  tan de rosas.
Pero tu bella mirada
está mirando otra cosa.
Las madrugadas,  a veces,
me pillan sin voz ni estrofas,
esperando si apareces,
por fin,  mi adorada Rosa.
Rosita, mi amiga linda,
mi eterna rosa encantada.
Eres  mi Rosa divina,
mi Rosita enamorada.
Rosa flor  de Rio Bueno
mi coqueta  muchachita,
un día dices:  te quiero.
Al otro, ya ni me miras.
Si pudiera en las estrellas
escribir con grandes letras,
que eres la Rosa más bella
que yo he visto en el planeta.
ISABEL
Caí en un coma profundo
huyendo de tu desprecio.
Moría a cada segundo,
como se mueren los necios.
A cada hora se  moría
una parte de mi cuerpo.
A  cada segundo volvía
a comprobar, que era cierto.
¡Revolqué tu indiferencia
con la angustia de mi muerte!
¡Se me acabó la paciencia
quedando vivo de suerte!
Pensé con viva razón
de lo que estaba pasando.
¿Yo, muriéndome de amor…,
mas,   si no eres para tanto?
¡Tú quédate con el fundo!,
¡que más te ha servido a ti!
Yo vagaré por el mundo
tratando de ser feliz.
Ya no quiero tus hectáreas
saturadas de animales.
No sé, de “Reforma Agraria”,
ni sé, de cargar costales.
Algún día serás  vieja,
soltera y desvencijada.
¡No vendrán ni tus ovejas
a amoldarte la almohada!
Y yo,  tendré descendientes
corriendo por mi jardín.
Rodeado de mucha gente
cuando se acerque mi fin.
LUZ
En una escuela rural
en la cima de Los Andes
una guasita especial
jugaba juegos de grandes.
Ya tenía suficiente
edad para fantasías.
No era niña inocente
aunque en los cerros vivía.
Allende la cordillera
lejos de todo poblado,
el Profe que les enseña
es un poco más letrado.
Porque entre tanto animal,
gana el más civilizado;
quedando todo el corral,
listo para ser domado.
Mas, cuando otro con escuela
que viene de la ciudad,
llega a mover las espuelas
de pura curiosidad,
saltan hasta los abuelos
a defender las ovejas.
Porque las niñas en celo,
salen a buscar pareja.
Y como, “a río revuelto,
ganancia de pescadores”.
Yo arranqué a potrero abierto
con la mejor de las flores.
En el país de los ciegos
el tuerto suele ser rey.
Era fea no lo niego,
y a  vacas,  es toro el buey.
Luz, aparece en el pueblo,
después de un tiempo bien largo.
Pensé… sí, ¿estaría ciego?
¿O…, el campo hace milagros?
JENNY
Morenita, chica y fea
como lenteja aplastada.
Y aunque nadie me lo crea,
con ella feliz paseaba.
Era motivo de bromas,
y no paraban las tallas.
Que parecía una coma,
y más negra que una raya.
O que el perro se asustaba
hasta darle pataleta.
A mí poco me importaba
que parezca mi muleta.
Por costumbre o por  capricho,
para mi toda mujer,
es un necesario bicho
entre el vicio y el placer.
Con  ellas, la más feíta,
descargaba mis miserias
en una plaza bendita
bajo cielos sin estrellas.
Estando desvencijado
por mil problemas y líos.
Más dolido que amargado.
Más rabioso que rendido.
Ella fue la  comprensión
como jamás hube visto.
Como la resurrección
de Lázaro,  por el Cristo.
Era negra, chica y fea.
de risa bonita y franca,
y aunque nadie me lo crea,
gozaba de un  alma blanca
MAGALY
Yo no sé a quién más quería.
Si a tu hermana la Verónica,
o a ti que me sonreías
con frescura de agua tónica.
Con esos ojos risueños
me buscabas insistente
para que fuera tu dueño,
justo en la esquina de enfrente.
Tu hermana,  la más hermosa,
con ternura me miraba.
Yo jugando entre dos rosa
y  por nadie me  jugaba.
Pasaron meses, los años
en este jueguito eterno.
Con Magaly en el verano.
Con Verónica en invierno.
El joyero de tu padre
las cuidaba como a gemas.
Con una cara vinagre
que no admitía dilemas.
Escondido entre cerezos
husmeaba el patio tuyo
haciéndome el tonto leso,
para vencerte el orgullo.
Sólo un vetusto portón
frenaba mi desenfado.
Mas, tu hermana, de frentón
no cedía ni un centavo.
Tres años, me pasé así
en flirteos sin final.
Por ninguna decidí,
terminando todo mal.
NANCY
Frente a mi fría ventana
apareces como un sol.
Como una luna encantada
con aromas de una flor.
Tus trenzas de luz y trigo
florean cerca del río,
mientras  te miro y te sigo
ocultando el amor mío.
Nos cruzamos de repente
cuando vamos a la escuela,
y pasamos frente a frente
disimulando una pena.
Siempre me falta el valor
cuando paso por tu lado,
y sigo como un robot
taciturno y achunchado.
Mas,  si tengo  libertad
a decidirme por ti,
comprendo  que por tu edad,
jamás me dirás que sí.
Te busco, esperando verte
por el río, por la plaza;
entre las piedras del fuerte,
en la esquina de tu casa.
Mas,  parece que el destino
nos jugara un infortunio.
Y sabiéndonos vecinos,
no nos vemos desde Junio.
Nancy…, llenas  mi vereda
iluminando mis días.
Y dadme cuando tú puedas
un beso de fantasía.
MATILDE
A días de haber llegado
de “pollo en corral ajeno”
ya, me tenía tumbado
“para saber lo que es bueno”
Yo, siendo un buen  caballero
en el trato con mujeres,
me dediqué con esmero
a complacer sus placeres.
Con esa cara inocente
conquistaba sin problemas,
a muchachos impacientes
por resolver teoremas.
Así, también yo caí
en sus redes de mujer.
Pero cuando  lo advertí,
no pude retroceder.
Ya estaba en potra montado
cabalgando sin aperos.
Resignado y  amarrado,
como a la soga el ternero.
Pero duró poco tiempo,
el amor de primavera.
Entre las olas y el viento
se quedaron las quimeras.
Las playas con sus oleajes
me colmaron de venturas
Encontré en otros parajes
menos fuego y más ternura.
Seguí por otros caminos
buscando uno más seguro.
Y, si nos cruzó el destino,
no nos dimos ni el saludo.




JOCHABE
Carita de porcelana
ojitos de tul y mar
Es tu pelo una ramada
de gavilla al madurar.
Nos miramos en la mesa
donde tu hermosa mamá
te mima como a  princesa
que tiene su potestad.
Y yo, tu futuro rey,
te rindo mi trono entero,
esperando que la ley
nos haga casamenteros.
No tienes edad,  lo sé,
tu madre también lo sabe,
pero también tiene fe
en que nada nos separe.
Mi pequeña Jochabé.
es tu vida una ternura,
desde el día que besé
tu boca tan insegura.
Nos bañamos en la playa
que vio nacer este amor.
Donde tu alegría estalla
ante cualquier chapuzón.
Tu efigie de porcelana
no es común para la gente
en la concurrida playa
donde vamos diariamente.
Mi adorada Jochabé,
soy feliz amando tanto
Y que me ames también,
le ruego a todos los santos
LUISA
El amor se fue rodando
por tu casa alguna vez.
Un día  estuvo de pie
y con él  quedé esperando.
Tu  ventana me  cerró
para siempre su cristal.
¡Te juro por nuestro Dios
que no tendrás otro igua!.
¿Quién más podría querer
como quise alguna vez,
sin las cadenas romper,
encadenado a tus pies?
Me reñí con  mis  amigos,
compañeros y demás.
Fue San Antonio testigo
de lo que yo fui capaz.
Me trencé en diez mil reyertas,
en duelos  a puñetazos,
me colgué frente a tu puerta
hasta romperme los brazos.
Pero  jamás   asomaste
para ver mi rendición.
Mas, amando a quien amaste,
tuviste  mala elección.
Siempre yo te componía
lindas  canciones de amor,
formando mil fantasías
llenas de luz y color.
Así me paso la vida
recordando un mal final.
Tú  eras mi Luisa querida.
Y yo…,  yo,  un hombre fatal.
PAULINA
Era mi  pueblo pequeño,
donde todo se sabía.
Los chismes formaban cuentos,
los cuentos,  mil utopías.
Era mi novia una niña,
la mejor de Río Bueno.
Ordenada como viña,
fragante como los cerros.
Desde mi puerta veía
su pelo  volando al viento,
como hermosas fantasías
que perduran en los tiempos.
Con sus lentes de cristal
parecía  una científica.
Una estudiante genial
sobresaliente en la física.
Sus padres, como a ninguno,
me quisieron como  a su hijo.
Nunca vieron infortunio,
ni en mi pensar desprestigio.
Yo les brindé mi cariño
con verdad de caballero.
Para ellos, yo fui el niño,
su gran amor verdadero.
Fue Paulina para mí,
llena de conocimiento,
la mujer que me perdí
cuando pasaron los tiempos.
Si yo le hubiera entendido
el amor que me brindaba,
que lindo  que hubiera sido
dormir sobre su almohada.
KRISTIN
¿De qué horizonte lejano
me has venido a enamorar,
dejando dioses paganos
al otro lado del mar?
Con tu idioma tan extraño
nos entendemos igual,
verás que al pasar los años
nuestro amor será inmortal.
Tú aprenderás castellano,
y yo aprenderé alemán.
Tú serás lluvia en verano,
y yo un oasis total.
Tú serás toda mi vida,
yo seré todo tu amor,
en esta tierra querida
de sol,  playas, playa y sol.
¿De qué manera pudiera
compensar lo que has perdido,
en esas lejanas tierras
y Patria donde has nacido?
Bella Kristin alemana,
mi gringuita enamorada;
no sentirás un mañana
que te sientas defraudada.
Por nuestro amor lucharé
con la fuerzas de un león.
Yo nunca te dejaré,
con razón o sin razón.
Mi gringuita, rubia, hermosa,
eres princesa encantada.
Por sobre todas las cosas,
¡lo juro!,  serás amada.
AMELIA
Cuando Amelia escapaba
de noche, por calles negras.
Su marido imaginaba
que cenaba con su suegra.
Pero sabía la vieja
que su hijita  resbalosa,
era una comadreja,
francolina  y mentirosa.
Ella tapaba sus cuitas
de no querer al marido,
y que por cosas malditas
nunca fue correspondido.
Le metió entre ceja y ceja
pasiones desvergonzada.
Y yo, caí de sorpresa
en brazos de la casada.
Me advertían los amigos
del prestigio que tenía,
pero el Señor fue testigo
que me ganó con  porfía.
Yo no niego lo bailado
ni lo comida también.
Total yo no era casado
y me atendían  re bien.
Seguía como una sombra
a mi estampa taciturna.
Por no llevarle la contra
casi me  cava  una  tumba.
El hombre salió arrancando
con la mujer y su hija
pero la estaba esperando
otro igualito en Arica.
DESSIRE
Decidí hacerme escritor
para rimar poesías
del amor, del desamor,
de tu vida y de la mía.
Y no he logrado escribir
con la pasión que esperaba.
Viví, lo que al fin viví,
cuando el calor no faltaba.
Ya, lejano de tu amor
en que todo fue distinto,
no tuve el mismo valor
para seguir mis instintos.
Prometí hacerme poeta
pare expresar sentimientos,
pero la vida fue incierta
como a las hojas el viento.
Y jugamos con el tiempo
viendo pasar nuestros años,
no archivamos los momentos
donde felices soñamos.
Dejamos  tantos amores
regados por el camino
buscando tiempos mejores,
pero sin ningún destino.
Como escritor y poeta
no tuve ningún valor.
Fue mi vida una ruleta
donde no fui ganador.
Nunca dijistes  el  nombre
de tu eterno enamorado.
Del que te hacía canciones
en las gradas de tu estrado.
SONIA JI
Morena como aceituna
que vas danzándole al Sol,
a la virgen de las dunas
en el  Norte del calor.
Tú bailas entre los diablos,
cofradías y pampinos.
Entre vitral y retablo
le bailas a los nortinos.
Y yo mirando el compás
que lleva tu don moreno…,
no…, no sería capaz
de seguirte en esos juegos.
Sonia Ji de La Tirana,
de mi gran norte chileno.
Fresca como las mañanas,
ardiente como un Enero.
Es tu cuerpo una figura
tallada por baile y mar.
Una divina escultura
con un ritmo sin igual.
La Virgen Santa veneras
desde tu “ Calvario Santo”.
Donde una cruz de madera
bendice atawara y manto.
Morena, linda morena.
Mi nortina Sonia Ji.
Entres tus playas de arenas,
yo, me enamoré de ti.
Sonia Ji, mi Sonia Ji.
Morena de boca grana.
En tu cuerpo me perdí,
pero nunca oí campanas.
FRANCISCA
San Pancho de Mostazal
le vio salir arrancando
de un marido criminal
que la estaba maltratando.
Y llegó al norte chileno,
con ilusiones de niñas,
buscando  días serenos
con más amores que riñas.
La ingenuidad de los campos
coronaba su cabeza.
Haciendo con sus encantos
un rosario de belleza.
Su cuerpo como la aurora,
era pura porcelana.
No parecía señora,
más  bien,  niñita alemana.
Siempre me he preguntaba,
¿cuál estúpido marido
no valoró,  ni pensaba
en lo que había perdido?
Francisca de Mostazal
era una luz de ternura,
trabajadora y leal.
Amante,  como ninguna.
Qué suerte de haber llegado
con su sonrisa sincera
de un pueblo tan alejado,
para ser mi compañera.
Más que una yunta de bueyes,
dicen que tira el amor.
Su marido con sus leyes
la volvió al  Pancho y dolor.
JASMIN
De la ciudad de las flores
una morena arribó
buscando juegos de amores,
aunque recién se casó.
Desde el altar hasta Iquique,
no pasaron ni dos meses,
en aceptar lo que dije
de mis negros intereses.
¡Qué juventud más radiante!
¡Qué morena tan divina!
Era un perfecto diamante
del color de turmalina.
Cual faro de Alejandría,
formaditos y derechos,
con su juventud lucía
la hermosura de sus pechos.
Lo nuestro fue todo lindo
tal como lo era Jasmín.
Nos unieron dos caminos
bellos, de principio a fin.
Viñamarina bonita,
hermosa viñamarina.
¿Fui la primera conquista
en luna de miel nortina?
Al ser un amor pasional,
a  escondidas, en secreto,
peligroso e ilegal;
nunca pudo ser perfecto.
Pero ha dejado marcado
dos mil recuerdo vividos.
¿Qué nos hubiera pasado
de no existir un marido?
IVONNE
El silencio de las olas
nos celebran el abrazo.
En esta playa tan sola
yo me acuno en tu regazo
acariciando caricias
en pleno sol de verano.
Estas playas celestinas
nos pronostican mil años.
Esta vista  solitaria
en  el centro de la  nada,
de tantas y tantas  playas
alejadas de miradas.
Aquí mi gran Sol se baña
en el límite del mar.
Mientras cintas de marañas
nos envían un ajuar.
Nos vestimos  con los  rayos
la piel dorada y desnuda,
de Septiembre al mes de Mayo,
acurrucando la Luna.
Y de Junio al mismo Octubre.
jugamos a la escondida,
porque aquí nadie descubre
que tú, sí  eres mi querida.
El futuro es tan  distante
viviendo  nuestra verdad,
aunque somos dos amantes.
carentes de libertad.
Nos sentimos tan seguros
en este enorme horizonte,
siendo felices, ¡lo juro!
en nuestro secreto Norte.
CARMEN
Tú,  como estrella has pasado
por las orillas del río
dejando sobre los prados
recuerdos que no he perdido.
Del río salen diademas
convertidas en cristal
y los cristales mis penas
las van hundiendo en el mar.
Mientras voy como lucero
enterrando amores muertos,
por el infinito cielo
y sus planetas desiertos.
De las vivencias antiguas,
nacerán  nuevas historias.
La flora nos atestigua
cuando falta la memoria.
Allí los campos  salvajes
guardaron nuestros secretos
cuando por falta de traje
nos retrataron enteros.
Era nuestra primavera
la gloria de nuestro amor.
Pasamos tardes enteras
vestidos con puro sol.
¡Ay, Carmen! ¡Ay,  Carmen, Carmen!
Nuestros recuerdos nos llaman,
y ya no puedo guardarme
los besos que me reclamas.
Los secretos de tu infancia
revuelven los intestinos
y auscultan nuestras fragancias,
allá…, bajo de los pinos.

MARUJA
El  hombre que tú respetas
con lealtad religiosa,
te trata cual marioneta
en una carpa andrajosa.
Es tu vida una miseria,
si a eso llamas vivir.
El se mete con cualquiera
sin importar tu sentir.
La venganza es dulce miel
cuando la pena es del alma.
Que no te pida ser fiel,
si no cumple su palabra.
Bien ganado se lo tiene
el hombre despreocupado.
A ti, mejor te conviene,
bailar lo que no has bailado.
Esperé, yo, tanto tiempo
el tener esta ocasión.
Maruja, no me arrepiento
cuando lo hago con pasión.
Me has entregado tu cuerpo
con devoción de una novia,
ya, sabiendo que lo nuestro
es una imposible historia.
Si tú tienes un marido
y  yo tengo una mujer,
no sé si tiene sentido
que lo lleguen a saber.
Serás mi secreta amante,
y yo, seré quien más te ama.
Aunque vivamos distante
durmiendo en otra cama.
BENY
Un amor apasionado
como jamás he tenido,
nació después de casado.
Cuando el hogar no era un nido.
Fue nuestro amor inusual,
tan inmensamente hermoso,
casi sobrenatural.
Lucero, entre los famosos.
Yo tuve su primer beso,
sus caricias inocentes.
Me enamoré hasta los huesos.
Hasta quedar inconsciente.
Su tesoro más preciado
lo guardaba para mí.
Y yo, fui el afortunado
que con amor conseguí.
Su nombre fue mi secreto.
Mi amor su desilusión.
¿Si fue todo tan perfecto?
¿Si fue ternura y pasión?
¿Por qué tuvo que partir
dejando tanto dolor?
Ya no podía vivir
si me faltaba su amor.
Yo tengo a Dios por testigo
de cuanto le pude amar.
Y ni siquiera de amigos
pudimos, al fin, quedar.
Los dos sufrimos lo nuestro
cuando tuvo que partir.
Dios sabe que fue tan cierto
que me quería morir.
Viví mi locura a mil,
con este  amor inocente.
Fue puro, tan infantil,
que casi perdí mi muerte.
ELISA
Es un secreto sagrado
que se debe de ocultar.
Ni siquiera al confesarlo,
el cura me ha de exculpar.
Nuestro amor es tan secreto,
como un crimen pasional.
Somos amantes, por cierto,
con la furia de un chacal.
Eres mujer de un amigo
que en mí , ha debido confiar.
Mas, la pasión sin testigos
desencadena en el mar.
No sé si será pecado
y El Señor nos juzgará.
Los juro, por lo sagrado,
que a ti, yo te quiero más.
Eres la mujer perfecta,
eres la amante ideal.
Nuestro abrazo es una fiesta
en cada forma de amar.
No hay pasión más verdadera
la que sentimos los dos.
Mi mujer, es  chapucera
que no se entrega al amor.
Tú dominas   con certeza
los secretos de una dama.
Y con gran naturaleza
los placeres en la cama.
Elisa, mi amante, Elisa,
nuestro secreto es eterno.
No apuremos nuestra prisa
si, igual vamos al infierno.

MATSHA
Se juntaron las estrellas
en frases de hipocresía,
encadenando con ellas
las antiguas penas mías.
Se marcharon los cometas
a lejanos firmamentos,
usando como veletas
gastados resentimientos.
Las galaxias lloviznaron
por los poros del dolor.
Cuando las penas calmaron,
empezó a salir el Sol.
El cielo vistió de blanco,
como el blanco de tu voz,
cubriéndonos con su manto
el día que nos unió.
Levitaron las palabras
como Cristo sobre el mar,
haciendo fiestas de gala
a la vera de un portal.
Los miedos se diluyeron
en aureolas de Luna
absorbiendo, llanto, celos
y penas una por una.
Las estrellas, los cometas
y las galaxias bailaron
en una celeste fiesta,
donde los celos finaron.
Más allá del firmamento,
nació un nuevo sistema,
con nuestro amor en el centro,
cercado por lunas llenas.
NELLY
Por debajo de tu puente
han pasado muchas aguas.
Sin embargo ni un torrente
han apagado tus fraguas.
Sigues buscando y buscando
placeres que no conoces,
escuchando a los barrancos
que llaman a grandes voces.
Un día pisas en falso
y caes al precipicio.
Y yo, para serte franco,
le temo a los maleficios.
Si la mujer tiene dueño
hay que andarse con cuidado,
no va  ha ser que por empeño
vaya a tornarme en finado.
Mujer, que están insistiendo
en seguir la ruta mía,
sabiendo que el de los cuernos
también es un policía.
Me imagino el comentario
que han de hacer los Oficiales,
desde el mismo Comisario
dando cuenta a Generales.
Sin embargo de inocente,
no tengo ni medio pelo.
Yo pondré mi pecho al frente,
cuando aparezcan los celos.
Lo comido y lo bailado,
no me lo pueden quitar.
Ya están los naipes  echados,
hay que puro apechugar.
NAIRA
-Un traje para vestir
en nuestras citas de amor
¿te podría yo pedir
para entregarte el honor
de lucirlo para ti?
Con estos pobres vestidos
más parezco un maniquí
apolillado y vencido.
Quiero un cuadro con encajes
y un sostén del mismo tono.
Será mi mejor traje
para jugar a los novios.
Y cuando esté entre tus brazos
saboreando mi pecado,
sabré que no fue fracaso
el que tú ya estés casado.
Contigo,  en cinco segundo
mi vida entera cambió.
Llenaste todo mi mundo,
este mundo de los dos.
El  sueño que yo he tenido
nunca lo pude cumplir.
Mi marido, no es marido
que me sepa seducir.
Es un caballo alocado
pedante y poco sutil.
En fondas se lo ha pasado
o visitando un redil.
En ti encontré la decencia,
el beso, la compostura,
la comprensión y paciencia
de tu amor, que es mi locura.
MARGARITA
En tu cuerpo de chiquilla
va una mujer de verdad,
escapando por la orilla
de nuestra infidelidad.
Mi flor del “me quieres mucho,
me quieres poquito o nada”.
Revivo cuando te escucho.
Me matas con tu mirada.
Mi tierna mujer bonita.
Mi  ramillete de amor.
Mi bella flor,  Margarita.
Mi excitación  hecha flor.
Quémame con tus ojos
que ríen eternamente.
Si, hasta en el mismo enojo
los veo tan relucientes.
Deja que tu cuerpo grácil
se funda con mi pasión.
Haz que mi vida frágil
no muera en esta ocasión.
No es la virtud la que gana
un amor apasionado;
sino la que al fin desgrana
sus secretos recatados.
Quiero tu vientre acunar
en una noche sin luna,
para vivir y soñar….,
soñar contigo desnuda.
Quiero subir por la lumbre
que ciñe tu cuerpo entero,
para besar esas cumbres,
después, me da igual si muero.
DÁMARIS
De tus antiguos  ancestros
la belleza te ha seguido,
para que un día lo nuestro
tenga un mítico sentido.
Sobre tus ojos morenos
yo puse mis pensamientos,
sabiendo que tu  terreno
no podría estar desierto.
Aún, así mi razón
no se pudo contener
y mi tenaz  corazón
sigue amando, sin querer.
Y será la única vez
en que amaré de verdad,
transparente, sin revés,
y con toda libertad.
Dámaris, cuando tú leas
estos versos que escribí,
aunque tú no me lo creas,
estoy muriendo por ti.
Y si tienes quien te cele
desafiando nuestro amor,
ni con cien yuntas de bueyes
sembrará un campo mejor.
Lucharé contra quien sea
por este amor de leyenda.
Y hasta al diablo, si pelea,
le pongo mi vida en prenda.
Porque cuando quiero…, quiero.
y cuando peleo…, pego.
Y si, por tu amor me muero,
quedo contento en el suelo.
VANESSA
En un desierto mugriento
nos cruzamos una noche.
Volaron los pensamientos
como caballo sin coche.
La hermosura de tu cara
miró de casualidad.
Y se posó,  cosa rara,
en toda mi fealdad.
Dos palabras. Casi un verso.
Un te quiero. Nada más.
Para ver el universo
y perder mi libertad.
No comprendo, todavía
que nos pudo suceder,
si  eres una fantasía
en un cuerpo de mujer.
Y yo, que carajo de hombre,
aprendiendo a seducir.
Y tú con afán respondes
a mis ganas de vivir.
Hermosa de pie a cabeza,
quién te viera frente a mí.
Que ha tan notable rareza
le pondría pronto fin.
Pero a quien falta la gracia,
le sobran palabrerías.
Y no se vende en farmacias,
la pinta y la poesía.
Te has prendado de mi labia.
Yo de tu hermosa figura.
Aunque el mundo hierve en rabia
serás tú mi sepultura.
EDIRNE
Me quedé petrificado
en sus cabellos de seda.
Bailaba en aquel estrado,
como sacra diosa meda.
Una figura inocente,
con las luces parecía,
en medio de tanta gente
gritando…, ¡viva Lucía!
Bailaba sobre  mi mesa
con la gracia que tenía
de una pequeña princesa,
de la lejana Turquía.
Pasaron varias semanas
sin volver a su burdel.
Al recordar la jarana
casi me ardía la piel.
De pura casualidad
nos juntamos en la calle.
Para decir la verdad,
tenía un hermoso talle.
Su nombre, yo le pregunto.
-Edirne, me has de llamar.
Y nos internamos juntos
en las playas de su mar.
Nos bañamos desde Mayo,
hasta el verano siguiente.
El amor fue como un rayo
que nos hizo diferentes.
El pasado no importaba,
ni el baile en aquel burdel.
Edirne, sí, que me  amaba
y  juraba serme fiel.
HiLIÁ
Este nombre lo inventé
con la forma  de  mujer.
A la que siempre soné.
A la que me ha de querer.
Es la purificación
de la mujer ideal.
Virginal en la pasión.
Sutil, hermosa y  leal.
Como  las Emperatrices
de la Roma milenaria.
La Penélope de Ulises
o la misma Fausta Flavia.
Hiliá, no es la Hiliá Sofía
ni yo me llamo Justino.
Ella, será  la Hiliá mía.
De mi amor…, lo más divino.
Esta mujer la inventé
para amarle locamente.
Sin preguntarle, ¿por qué
es tan pura e inocente?
Es casi  la perfección
que un hombre puede querer.
La ternura  la pasión,
la tarde,  el amanecer,
el encanto y la alegría.
Es todo lo que soñé
en esta la vida mía.
AHiliá, siempre  amaré
como una amante secreta,
plagada de fantasías
y  concubina perfecta
guardada en la mente mía.
JUANITA
En la escuela, mi ventana está jugando
y no puedo yo dejar de sonreír.
Sé que pronto su carita y sus manos,
dirán “chao” cuando tenga que partir.
Cada cual a sus hogares a soñar
con un beso que sería como un sol,
una luna; una estrella  junto al mar
o una rosa deshojándose de amor.
En su frente  pintaré un corazón
al jurarle un amor de eternidad.
Y no importa si yo pierdo la razón,
o se enoja para siempre su papá.
Mis cuadernos están lleno de borrones
porque nunca me puedo concentrar.
Su recuerdo ha llenado mil renglones
con poemas que no puedo recitar.
En la casa de Juanita es todo lindo
y no existe para nada el desamor.
Más allá  la esperaba un largo camino.
Un camino perpetuo de paz y  amor
No alcanzó a decirme ni siquiera adiós,
cuando más quería cuidarla por siempre.
Un maldito día sin luz, se marchó
por caminos albos de rutas silentes.
Llorando su ausencia no vi su partida.
Una pena inmensa se tornó en dolor.
Ni diez mil razones sanarán mi herida.
Ni un millón de cantos  taparán su voz.
Esa voz alegre, coqueta  y sincera,
que  yo nunca  supe de un tiempo mejor.
Eterna confianza en tiempos de espera.
Siempre perdonando, nunca un rencor.
No alcanzó a saber que tanto le amé.
No alcanzó a decirme amor mío, amor.
Juana se marchó. Sin soñar se fue.
Sin un beso mío, sin decirme adiós.